Mandato del rey.

Los aventureros se habían hecho a la mar, un viaje desde la Gran Édore, pasando por el Puerto de Ragan y en dirección al Pueblo de Astargh. El rey había adornado los días anteriores las calles de la capital del reino con panfletos y mensajeros sobre su mandato. Recompensaría con una pequeña porción de tierra, dinero y un titulo a todo aquel que cumpliera una única orden de la majestad.

La Isla de Margargh había sido azotada por un Lord Oscuro. Muchos años hacía que algo así no ocurría y el pueblo minero que abastecía al pueblo de hierro y otros metales, había sucumbido a sus ordenes, volviéndose fieles a dicho Lord y dando la espalda a su patria. El rey frustrado cuando sus asesinos fracasaron en su cometido, decidió mandar una parte de su ejercito. Su contienda en las Colinas de las mil batallas contra el reino enemigo hacía que dicho movimiento de tropas fuera arriesgado y caro. Por lo que su anuncio fue algo parecido a un grito a la desesperada. Recompensaría al o los aventureros que consiguieran asesinar a dicho Lord antes de que el ejercito real acometiera contra su fortaleza. Dicho esto, muchos partieron hacía la isla ahora azotada por el mal.

Mapa de la isla.



OCC: Vuestros personajes comienzan en un barco rumbo al pueblo con el marcador rojo. Podéis decidir si se conocen entre ellos desde hace tiempo o se han conocido ahora por coincidencia. Si así alguno lo desea, no conocerá a los demás aventureros.

Recuento de jugadores.
Plazas ocupadas: 3 Plazas libres: 1

Vosotros tres mandadme vuestras fichas vía MP. Editad vuestras firmas y poned vuestros stats, equipo y cosas relevantes sobre el personaje. Al haber una plaza libre, cualquiera que lo quiera, puede leerse las guías, crearse un personaje y mandarme dicha ficha por MP. Si la ficha es correcta podrá unirse sin problemas.

Nombre: Daura Flor de Paz

Edad: Recuerda haber vivido 16 equinoccios de primavera

Raza: Semielfa

Clase: Vagamunda

Stats: F4 D7 P7 C4 V5

Objetos: Daga, mascota

Panteón: Luminoso-Ailuir

Habilidades: Sentidos animales, animalidad

Escuela de magia: Ilusionismo

Hechizos: Prestidigitación, juego de sombras.

Plazas para los jugadores, cerradas. 4/4

Si se llega al número de 3 jugadores o mas nuevos que quieran participar, será creada una aventura nueva.

Nombre: 5. Ser Alan Lancel

Edad: Rondando la treintena.

Raza: Humano

Clase: Paladín

Stats: F7 D6 P6 C5 V5

Objetos: Mandoble, cota de malla.

Panteón: Luminoso-Gaabel

Habilidades: Coraza, Arma Luminosa.

Escuela de magia: N/A

Hechizos: N/A[

Nombre: Erik Olafsson "el Temerario"

Edad: Setenta y seis

Raza: Enano

Clase: Paladín

Stats: F9 D5 P5 C3 V4

Objetos: Hacha a dos manos, armadura ligera, herramientas especializadas, runa tatuada.
Panteón: Luminoso, Gaabel.

Habilidades: Coraza, Liderazgo.

Escuela de magia: Tierra.

Hechizos: Romperocas.

Nombre: Eris

Edad: 26

Raza: Humana

Clase: Maga

Stats: F3 D3 P2 C5 V11

Objetos:Runa tatuada, amuleto mágico

Panteón: Oscuro, dios sin nombre de las mentiras, Suruno Luo

Habilidades: Testigo, voz de Suruno Luo, disfraz, recuperación.

Escuela de magia: Sombras, Fuego

Hechizos: Acompañante, salvación oscura, encendedor de mano, control ígneo.

El barco llegó a puerto sin problema alguno despues de sortear con cuidado las fragatas y barcos de transporte del ejercido de la Gran Édore. El pueblo y sobretodo el puerto del mismo estaba lleno de bullicio. Soldados del ejercito real ataviados de armaduras con toques azules, espadas y escudos piropeando y dando conversación a las campesinas que se acercaban al mercado del puerto para hacer la compra, pescaderos que gritaban lo sano y fresco que estaba su pescado o comerciantes de tierras lejanas que ofrecían su exótica mercancía sin mediar palabra por la falta de aprendizaje del lenguaje.

Las gaviotas graznaban y el sol calentaba la piel mientras el aire salado llenaba los pulmones. A simple vista no parecía un pueblo que resistía como último reducto ante un Lord oscuro.


Habéis bajado de un barco mercante como únicos tripulantes que no formaban parte de la tripulación del mismo. Os encontráis frente al barco, adivináis que los otros tres tienen el mismo cometido que vosotros y es buen momento para buscar aliados, ya que la recompensa no se reparte, es la misma para la persona que lo consiga o por cabeza si es en grupo. Ante vosotros el muelle y la fila del mercado llena de gente, puestos de comida, pescado, utensilios para el campo y la pesca y al fondo, un comerciante misterioso que parece vender baratijas.

Detrás de la fila del mercado las primeras casas del pueblo, una tienda del aventurero y una pequeña herrería. Mas allá una calle con suelo de tierra y una taberna con el letrero ''El Merluzo rojo''. A la que se os dijo que acudierais para recibir instrucciones.

Contáis con 20 doblones de plata cada uno.

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Bajé del barco y respiré hondo. El olor a sal marina y a pescado me transportaba siempre a casa. Pero eso no era mi casa, habia una misión que cumplir y no tenia intención de perder el tiempo.
-Se equivoca, mi señora. Al menos en mi caso, he de ir a la Herreria, confio en verles en la posada en una media hora.
Empecé a andar a buen ritmo, buscando la herreria. Necesitaba una piedra de afilar.

Comprobé que mi piedra de afilar estaba aún entre las herramientas que llevaba encima, por lo que decidí ir a la taberna.

Eché a andar junto a la moza humana, con el hacha al hombro y pasos firmes. Lo había pasado mal durante el viaje en barco y es que el mar y los enanos, nunca se han entendido.

-He oído que aquí beben poco más que meado de burro y licores apestosos de pescado- Gruñí, mientras me pasaba la mano por los bigotes.

Me ajusté el pañuelo raído sobre la cabeza, ocultando en la medida de lo posible las orejas algo afiladas, siempre que fuera posible, era mejor pasar desapercibida, al menos hasta conocer bien a mis compañeros, los animales siempre eran más de fiar que las personas, por eso me hacía acompañar de la pequeña Joya, habíamos nacido y crecido juntas, y ahora los años le pesaban más a ella que a mí, pero aún así, no se separaba nunca de mi lado.
El viaje en barco me había resultado placentero, dormir en un catre mecido por las olas, era un lujo cuando se estaba habituada a alguna cueva mohosa o un claro del bosque. El olor del pescado frito que salía del interior de la posada hizo que me rugieran las tripas y me relamí. Me agaché para recoger a Joya, que saltaba ansiosa alrededor mío, seguramente pensando en el almuerzo al igual que yo, al final me parecía más a la pequeña perrita, que a ninguna persona que hubiera conocido.
-Sapos y culebras en mi estómago, muero de hambre.- dije avanzando un par de pasos por detrás de ellos, sin cuestionarme aún siquiera si me alcanzaban a escuchar.

Algunos mercaderes se acercaron a los nuevos aventureros, sobretodo al paladín humano al que rodearon abrumándolo con comida, baratijas y demás mercancías. Pocos por no decir ninguno hacía oferta alguna al enano y los que se atrevían a hacerlo ante la maga eran apartados. La semielfa rezagada no tuvo que sufrir la travesía al tener a sus compañeros delante como barrera. A medida que el grupo se acerco a la taberna pudo ver a tres soldados vestidos de diferentes colores hablando. Uno con tonos azules, otro con tonos rojos y finalmente el que parecía estar al mando con todos dorados.

Otro grupo de hombres vestidos con pieles y armados con espadas melladas y hachas poco afiladas descansaba apoyado en una pared, no daban buena espina. Frente a los dos grupos, la taberna de la un borracho salió catapultado de la puerta con un grito de ¡Y no vuelvas sin dinero!.

A la izquierda de todo esto, la modesta herrería y la tienda del aventurero.

-¿Eso es "el Merluzo rojo"? -Y miré a los demás extrañado. Sin duda era un local ridículo comparado con las grandes destilerías y enormes bodegas de las montañas.

Llegué a escuchar los siseos de la otra compañera. Contesté:

-¿Tendrán jabalí...?- Sugerí, haciéndome una vaga esperanza.

Fui apartando educadamente a los mercaderes que me ofrecian cosas, mientras buscaba con la vista la Herreria.
Fue cosa facil localizarla y ponerme en marcha hacia la misma.
-Ahora os alcanzo, compañeros, voy un momento a la herreria.
Un enano, una Maga y una mujer. Probablemente otra maga. Confio en que tengan buenas intenciones, seria una lastima tener que.. ¿Pero que digo? Me estoy volviendo un desconfiado, seguro que son un buena gente.
Continue avanzando a paso ligero hacia la herreria.

Jabalí... pocas veces había comido yo jabalí, era un animal demasiado fuerte como para cazarlo yo sola, algún pedazo de carne al que me habrían invitado. Eché un vistazo por el rabillo del ojo al grupo sospechoso que esperaba en la pared de la taberna, forajidos quizá. Apreté el paso para no quedarme demasiado atrás, pero Joya se puso nerviosa, saltó de mis brazos ladrando, y echó a correr detrás de un ratón que se ocultaba en una grieta de la pared.
-¡Joya! ¡Ven aquí!- grité al animal que no hacía demasiado caso.

Pasé justo por el lado del borracho tendido enmedio de la calle, sin prestarle la menor atención.

Había estado observando las joyas que en general mostraban los mercaderes (en su mayoría amuletos que aseguraban proteger de la magia negra) eran todas pésimas, nada comparado con los trabajos de allá arriba en mi patria... No se trata de alardear, sino de decir las cosas como son.

-¿Pensáis entrar de verdad en esta pocilga? -Pregunté guardando la distancia con "el Merluzo Rojo" que parecía poco más que una ratonera a mis ojos.

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A pesar de todo necesitaba combustible, o cerveza, como prefiráis llamarlo. Subí los escalones de la entrada e intenté abrir la puerta del Merluzo Rojo dos veces, a la tercera le sacudí una patada y se abrió de par en par.

Inspeccioné el ambiente, algunos de los parroquianos se habían girado al oír el estruendo.

-Vamos- Y me puse a andar sonriendo hacia la barra, con el hacha a buena vista.

Continue avanzando hasta llegar a la herreria, abri la puerta con cuidado e inspeccione el interior, vi como el dueño me miraba mientras se encontraba sentado placidamente, disfrutando del calor infernal que desprendia la forja.
-Buenos días, estimados ciudadanos. Vengo a comprar una Piedra de afilar, por favor.
Me quedé sonriendo al Herrero, mostrandole claramente el tabardo de mi casa. Quizás obtendria algún tipo de descuento si sabe que soy de los Lancel.. Aunque no se si recordarán mi desafortunado blasón familiar...Juro que volveré a levantar el nombre de mi familia y me haran descuentos en las Herrerias..Jaja, que tonterias pienso.

El tabernero miró al enano con gesto serio. Un parche y varias cicatrices adornaban su cara, debía medir dos metros y era bastante grueso, casi podía rodear la jarra con la palma de su mano. - Vuelve a abrir la puerta de mi local así y haré lo mismo con tus posaderas. - Todos los presentes callaron cuando el tabernero hablo, por miedo o respeto, tenia la fama de haber sido un fiero bucanero que como pena a sus crímenes, perdió su botín y derecho a hacerse a la mar recluido por siempre en esa isla.

El herrero miró a Alan y dejó las herramientas de forja sobre el yunque, era algo menudo, seguramente un campesino que había aprovechado que no habían herrerías para abrir una, un herrero inexperto. - Serán tres doblones mozo. - Le dijo de forma amable mientras se limpiaba las manos con un trapo.

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Llegué finalmente a la barra, me quité el guantelete derecho dejando entrever unas monedas, entonces me dirigí a él con gesto solemne, para nada acobardado por el gigantón:

-¡Señor! ¡Parece que aún queda gente decente por tierras humanas!, aunque con ese careto no te diferencias mucho de un orco... -Le guiñé un ojo, sonriendo- Anda, probaré una de tus cervezas, pagaré, a diferencia del otro que has echado- Acabé, asintiendo y aprobando con la cabeza.

Fulminé con la mirada al resto de los presentes que parecían acobardados. Era agradable encontrarse con alguien decidido, desde que había salido de las montañas solo me había topado con lameculos del rey que no sabían pensar por si mismos y gallinas charlatanes por doquier.

Joya me entretuvo un rato, haciéndome correr alrededor del edificio de la taberna hasta que la conseguí atrapar, escuché las burlas y risas de algún curioso, pero conseguí sujetarla por el rabo y volverla a resguardar entre mis brazos.
-No vuelvas a hacerme eso...- le dije al oído, para que nadie más escuchara, lo que faltaba, que me tomasen por una loca que habla con los animales...
Volví a ajustarme el pañuelo sobre la cabeza, preocupada porque se me hubiera descolocado con la carrera, retorné a la puerta de la taberna y la empujé con cuidado, esperando unos segundos que mis ojos se adaptaran a la oscuridad del interior. Di un paso al frente buscando a los demás pasajeros del barco con la mirada, pero entre tanta gente me distraía.

-Perfecto, aquí tiene 3 doblones- Sonreí esperando a que me diera la piedra de afilar, dejando sobre el mostrador los 3 doblones.

El herrero tendió la piedra de afilar al aventurero y cuando este la tomo recogió sus herramientas volviendo a la forja. - Pase buen día mozo. - Se despidió entre martillazos.

La mujer miró a la maga con gesto interrogante. - Bueno... no somos un puesto de mercado señorita, no ofrecemos mercancía, solo la vendemos. Si no nos dice que busca... - La miró y sonrío de forma afable.

El tabernero miró al enano y frunció el ceño ligeramente a la par que rellenaba una jarra. La sujetó con la mano y la golpeó con fuerza en la barra frente al enano. Casi la mitad de la jarra se derramó, manchando la mano del tabernero, la barra y las ropas y cara del enano. - Un doblón, caballero. El exbucanero levantó la vista mirando a Daura que acaba de entrar. - ¿Le sirvo algo señorita?