Mandato del rey.

El soldado miró a la perra y luego a Daura y luego giró la cabeza hacia el enano en señal de que no le había molestado. - A cuatro días y tres noches durmiendo al raso si el paso es normal. Si somos raudos puede que menos.

Baluan miró a Alan. - No creo que hayáis venido sin dinero, si necesitáis provisiones apocad doblones de vuestro bolsillo, no de las arcas del reino. No tenemos mapas de la zona aquí. Suerte en el viaje, tenemos asuntos que atender. - Y como llegaron se fueron el soldado rojo y dorado. Jans los miró y se ajustó el casco.

.

-Iré entonces a comprar algo, al fin y al cabo, almorcé gratis. ¿qué necesitaremos?- pregunté con una pequeña sonrisa a la Eris.

.

-Yo iré por provisiones. No se que fauna encontraremos, no quiero corrier ciertos riesgos. De paso preguntaré si tienen mapas.

Mire a la joven del pañuelo y le dije: -¿Vienes?

Asentí y avancé hasta el caballero con un par de pasos cortos y apresurados.
-Donde digáis.

Jans se limitó a quedarse quieto esperando, sujetando con una mano su escudo y apoyando la otra sin fuerza en la empuñadura de su espada. Unas campanas comenzaron a sonar y las calles comenzaron a vaciarse poco a poco. - Toque de queda. - Explico Jans. - Lo dan cada vez que llega un barco con mas soldados o material valioso y o importante.

-Entiendo que no nos afecta dicho toque ¿No?. Bueno compremos rápido.

Comenzé a andar rápidamente

-Mi señora, no os separéis mucho.

La verdad es que todo esto de infiltrarse en un castillo y matar a un lord parecía una misión suicida. Pero bueno, por algo me habían puesto el mote de "el Temerario" al salir de las montañas en mi deseo de ver mundo.

-¿Dónde quedaba esa tienda? Y por lo que más queráis... ¡Procurad no comprar pescado, por lo menos para mí!- Sonreí de medio lado, con expresión alegre.

Me giré a Eris:

-Venga, vamos, necesitas un arma en condiciones, maldita sea, ¿tienes idea de si en la herrería venden espadas aceptables, Jans?

.

Os venderán espadas pesadas, dobladas y toscas, el herrero hace negocio con herraduras y demás metal para los campesinos, no con las armas. Podéis encontrar arcos en la tienda del aventurero y seguro que alguna daga. - El soldado se giró dándoles la espalda y mirando a su alrededor. - Mientras esteis conmigo el toque de queda no os afecta. Partiremos antes de que los soldados o la mercancía pasen por aquí.

.

La verdad es que la mujer parecía muy poca cosa:

-Hija, ¿estás segura de haberte apuntado a la misión adecuada...? ¿A la tienda del aventurero entonces?

.

Me pregunté a qué "habilidades" se estaba refiriendo. Es cierto que en el barco se rumoreaba que era algo rara, ¿sería una bruja?

Fuese como fuese, el tiempo lo diría. Eché prácticamente a correr con mis cortas piernas a la calle por la que se habían alejado Alan y Daura.

Entre en la tienda abriendo la puerta con cuidado y sosteniendola para que Daura pasase, cuando ella se encontró dentro. Saludé al tendero y le pregunte si tenia cecina, pan y vino.

Divisé a Alan sosteniendo la puerta y pasé también.

-Eso es, para cuatro jornadas y tres noches, hay un buen trecho de viaje, por lo que parece.

Me dediqué a husmear por la tienda, parecía bien aprovisionada, seguramente a pesar del levantamiento del lord, el pueblo seguía siendo un buen puerto comercial.

Pasé al interior de la tienda, tenía un olor acre y desagradable, y las esquinas estaban cubiertas de telarañas.
Me quedé mirando algunos objetos expuestos y desaté la bolsita del dinero dispuesta a pagar la mercancía.
-Necesitaremos sufiente para... unos cuatro días.. por cuatro personas...

.

El tendero asintió. - ¿Los enviados del rey, ¿eh? - Se giró y se perdió tras unas estanterías. Sonidos de mazazos, algún tropiezo y al cabo de unos diez minutos el tendero volvió con dos bolsas medianas rellenas de pan, queso, algo de carne salada y cecina. - Serán quince monedas, aventureros. - El tendero apoyó los codos en el mostrador mientras la que parecía ser su mujer pasaba tras el.

Jans miro a la maga y devolvió la vista al frente despacio ajustándose el morral.


La fama de vuestro grupo es conocida en el pueblo y cercanías, puede que en lejanías por unos pocos. Mientras el grupo esté unto seréis conocidos como los enviados del rey.

Le entregué el dinero al tendero, cogi las provisiones y me puse en marcha.
-Bien, comienza la aventura.

Arrugué la naricilla al ver que el caballero pagaba los suministros y volví a guardar la bolsa encogiéndome de hombros.

.

Jans miró a la maga y se ajustó el casco. - El ejercito real tiene sus propios magos y archimagos. El ejercito del reino no usa magos ya que el coste de su aprendizaje es largo y caro. He luchado junto a los magos y he sido la escolta de algunos en las colinas de las mil batallas.

El tendero miró el grupo y cogió las monedas para luego sacudirse las manos. - Buen viaje, enviados.

.