La vuelta de la patrulla

Me dirigí a la cocina a por agua para tomarme un par de cápsulas, dejándoles a todos en el salón. Tragué las pastillas con el agua y me quedé apoyada en la encimera, con la cabeza gacha. Entonces entró Pam.

-A ver, qué ha pasado- preguntó, autoritaria y cruzándose de brazos-. Qué os ha pasado- puntualizó.

-He... tenido que matar a tres chicos- respondí, diréctamente. Volví a pasarme una mano por el pelo y suspiré-. Nos atacaron por sorpresa. Destrozaron el Jeep... No serían mucho mayores que Ben.

Pam me miraba con seriedad, y le echó un vistazo a la caja de antidepresivos.

-No te enganches a eso.

-No.

Saqué los útiles médicos y los dejé sobre la encimera.

-Encárgate de esto, por favor- le pedí.

-Claro- respondió ella, y salí de la cocina.

-Mi abuelo fue militar- le dije a Jacques -Siempre tenía la obsesión de enseñarme a disparar, porque decía que tenía que estar preparada para defenderme- no pude evitar sonreír y hacer rodar los ojos -Yo siempre le decía que no, porque no me gustaban las armas.- me quedé un rato en silencio, arrepintiéndome por ello -Quién iba a saber que al final tenía razón... - sonreí de lado.

Giré la cabeza hacia Vanelope cuando se dirigió a mi.Asentí ante sus palabras mientas aún fumaba.

-Siempre estarás a tiempo de aprender. -comenté. -No es que sea algo que requiera ciencia.

Pasaba por detrás cuando escuché la conversación.

-No- dije, adelantando el dedo índice de la mano derecha-. Cada uno tiene su función, y yo no hay bastante munición para montar un campo de tiro.

Lo último que quería era más gente que cargara con la vida de los demás.

Me sentí muy avergonzada por si pensaba que le estaba insinuando a Jacques que me enseñara a disparar. Me quedé mirándola.
-No...- dije en un hilo de voz -No le estaba pidiendo que me enseñara, Indhira- fruncí ligeramente el ceño -Me ha quedado clara la situación la primera vez que lo has dicho.


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Indhira -5

Miré a Indhira y luego a Vanelope.

-Te enseñaré a sujetar el arma. Disparar es solo apretar el gatillo y aguantar el retroceso. Lo demás puedo enseñártelo sin disparar, tranquila.

Asentí a la joven cuando me miró y volví a respaldarme, llevándome el cigarro a la boca de nuevo.

Asentí con la cabeza y miré a Jacques antes de subir escaleras arriba. Anduve hasta mi habitación y me encerré dentro. Estaba igual que cuando era joven, cosa que me había sorprendido al llegar a la casa después de más de diez años sin pisarla. Todo seguía ahí. Los pósters, los CD, el diskman... Hasta ropa.

Cuando traje a Pam, la casa era un santuario frívolo de recuerdos. Su estilo minimalista y su decoración sobria contrastaban con las fotografías familiares colgadas por todas partes. En su momento las cogí todas, las saqué de los marcos y las guardé en mi habitación. Todos los recuerdos que no había tenido el valor de quemar estaban ahí. Revistas viejas de la Rolling Stones, bisutería, pulseras de pinchos y anillos de calaveras. Aquel era mi templo. Me quité la chaqueta y la sacudí antes de dejarla sobre la silla. Empecé a quitarme la ropa, y tenía el cuerpo dolorido de cansancio.

Negué con la cabeza cuando se marchó. Me rasqué el brazo y miré a Jacques. Siempre decía las cosas de una forma no adecuada, y lo hacía en el momento menos oportuno. "Bravo, Vi". Seguro que existía la manera de decirlo, y en un buen momento para hacerlo, pero parecía no tener percepción en encontrarlo.
-Gracias, Jacques- le dije simplemente, asintiendo con la cabeza mientras le miraba -Con aprender a sujetar el arma lo demás es puntería, supongo.- me eché hacia atrás en el mullido respaldo, mirando al techo.


El resto del día transcurrió tranquilo, yo incluso me atreví a hablar con la chica que había visto llorando. Hablar conmigo parecía haberle alegrado mucho, al parecer ahí se sentía muy sola, pero ahora que había conocido a alguien como ella, de su edad, empezaba a sentirse mejor. No tardé realmente en coger confianza con ella, era extraño como en esas circunstancias todos los minutos contaban, y sabían a gloria.

Estuvimos escuchando música en su reproductor, me enseñó canciones que le gustaba, cada una con su auricular. Algunos gustos los compartíamos, otros para nada.

Las dos al final decidimos bajar para cenar.

-Mírala- dijo Mari, terminando de remover la olla -¿Te has pasado toda la tarde lloriqueando con la nueva, y yo que estoy embarazada tengo que hacer sola la comida?
-.Uh... dios, lo siento Mary- dijo Joanna.
Yo decidí quedarme al margen.
-¿Crees que me vale con un lo siento?- tapó de mala gana la olla -Estoy HARTA de todo esto, de todo el mundo.- se marchó, justo en el momento en que los demás llegaban.

Llegué a la cocina y me hice a un lado para dejar pasar a Mary. Caminé hasta la mesa y rodé una silla sentándome en ella y tomando uno de los platos.

Miré a las dos jovenes y saludé con un cabeceo antes de tomar un cubierto. Miré a mi alrededor buscando descubrir qué íbamos a comer.

-Ya sirvo yo los platos- dijo Joanna -Sientate, Vi.
Yo asentí y me senté al lado de Jacques.
-Hey- le saludé con media sonrisa.

Cuando sirvieron los macarrones desde la olla todos comenzamos a comer. Comí en silencio junto a Vanelope dando algún que otro sorbo al vaso de agua que tenía delante. Tenía hambre y era comida caliente, cosa que echaba ya de menos.

Algunos comimos ahí en la cocina, otros que no tenían sitio cogieron el plato y se fueron a otro lado.
Joanna era una chica realmente habladora, y llegaba a resultar para una persona como yo, molesta. No se callaba nunca. Tenía 20 años pero actuaba mucho más infantil. ¿Cómo podía seguir viva? Había tenido mucha suerte de que el grupo de Indhira la encontrara.

Continué comiendo en silencio. Comía por dos, macarrones y la chapa que daba aquella chica, igualmente me mantuve en silencio.

Comí hasta que acabé. Me limpié la boca y me acabé el agua. Me encendí un cigarro y eché el humo lentamente.

Un hombre la miró.
-Eh, amigo- le llamó la atención -¿Te importa? Algunos no hemos terminado- le dijo. Algunos miraron porque aquello les pareció molesto, otros estaban a su bola.

Miré al hombre y asentí.

-Claro. -respondí a la par que me levantaba, dejaba la silla en su sitio y me marchaba.

Había sido un día largo y por fin íbamos a dormir. Joanna no paraba de hablar a mi lado, ni un solo momento.
-Oye, tengo ropa, ¿Quieres que te deje?
-Oh, por favor- me alegró oír eso.
Joanna me prestó su ropa, me cambié detrás de una cortina que había. La ropa olía bien, no me lo podía creer. Ropa limpia.

-Muchas gracias, Joanna. De verdad.
-No te preocupes.- me dijo contenta. Era una buena chica, quizás hablaba demasiado, pero tenía buen corazón. Me senté en la cama.
-Tu amigo siempre está muy solo, ¿Eh? No ha dicho nada en toda la cena.
Me quedé pensando que decir, ya que le entendía.
-Bueno, no a todo el mundo le gusta hablar.- le excusé. -Creo que voy a ir a verle. Fue bueno conmigo. Es bueno conmigo- corregí.
-Vale, ve- se sentó en su cama.

Bajé las escaleras, y como no, seguía en el porche.
-Aquí sigues- le dije con media sonrisa.

Estaba en el porche con los codos apoyados en la barandilla mientras fumaba. Giré la cabeza cuando Vi habló. Me quité el cigarro de la boca y expulsé el humo volviendo a mirar al frente.

-Deberías descansar. Puede que mañana volvamos a salir.

Me acerqué más a él, para hacer la conversación más íntima.
-Jacques,- le miré un rato, pensando en hacerle la pregunta o no -¿Por qué estás siempre tan solo?- le pregunté en tono de preocupación y a la vez comprensión.

La miré y alcé una ceja volviendo a expulsar el humo del cigarro. No entendía a qué venía la pregunta o qué podía importar.

-¿Que mas da? -pregunté. No lo dije en tono borde. Más bien preguntaba que interés podía tener ella en eso.

Me encogí de hombros.
-A mi me importa- caminé hasta colocarme a su lado y me apoyé en la barandilla. -Supongo que solo es curiosidad. No sé si no te gusta la gente, eres tímido, o prefieres no crear vínculos con nadie.- cerré los ojos cuando la brisa acarició sutilmente mi cara, haciendo que el cabello se moviera. El olor a campo... Era genial

Suspiré y me froté la nuca lentamente antes de volver a mirar al frente.

-He servido mucho. Y combatido mucho. No quiero seguir viendo a amigos morir ni tener que cavar más tumbas deseando que fuera la mía y no la de otro. -respondí con sequedad.

Le miré de reojo mientras hablaba. Era muy duro lo que decía. Miré la hierba, húmeda por la caída de la noche.

Me entró un escalofrío cuando dijo lo de cavar tumbas.
-Enterrar a la gente a la que quieres te destruye... Sé lo que es. Y...- me giré un poco para mirar hacia el interior de la casa, antes de volver a apoyarme de nuevo en la barandilla -Supongo que aquí dentro todos lo estamos pasando igual. - suspiré -Esto esta siendo una locura... A veces cuando estoy dormida tengo la sensación de que voy a despertarme en mi cama y todo esto ha sido una pesadilla.

Asentí a la par que daba otra calada.

-Son tiempos difíciles, cada uno lo sobrelleva como puede. -contesté.

Alcé las cejas cuando habló sobre lo de no poder dormir. Yo no había podido dormir bien desde que me estrellé con el helicóptero. No hacia más que escucharlo caer una y otra vez. Suspiré y la miré.

-Aguantaras bien.

-Tú también aguantarás bien.- le miré y sonreí antes de volver a mirar la luna, una nube fina hacia rato que pasaba muy despacio por delante de ella -Entonces, ¿Me enseñas a disparar un arma sin dispararla?- reí.

Sonreí de medio lado y asentí despacio ante su pregunta. -No te costará demasiado aprender. Es solo apuntar y disparar. -comenté.

Sabía que aparte de eso me iba a tocar enseñarle como funcionaba el arma en si, no solo a apretar un gatillo. Pero el tiempo era lo único que nos sobraba en aquellos días y tener algo con lo que entretenerse nunca venía de más.