Primer contacto

Paseaba por el refugio, a media tarde y sin salidas no había demasiado que hacer más que atender a cualquiera que lo pidiera y poco más. Habiamos acabado las reparaciones y limpiado la sangre del suelo, enterrado los cadáveres y quemado los de los atacantes. Por lo demás reinaba la tranquilidad.

Pasé junto a la zona en la que teníamos preparada una radio. En ella siempre estaba sentado el mismo hombre. Wilhem, un veterano. Me había contado un par de veces su paso por Vietnam y cómo acabó con una pierna ortopédica. Siempre llevaba su viejo casco puesto con un paquete de cigarrillos sujeto a él. Se pasaba el día con la radio e incluso alguna vez había mantenido contacto con una ciudad vecina, aunque muy lejana para intentar nada.

-¿Cómo? -contestó el anciano antes de echarse hacia delante. -Tranquilo, tranquilo, habla. -dijo antes de girarse hacia mi. -¿Tú no eras de un equipo de rescate? -preguntó mientras se quitaba los auriculares y me los tendía.

Apoyé las manos en la mesa y acerqué la boca al comunicador después de colocarme los cascos. -Jacques. -contesté.

-¿Jacques? -preguntaron al otro lado. Se escuchaban disparos, quien hablaba jadeaba de forma dolorosa, probablemente herido. -Jacques, no tengo tiempo. Las minas, la clave está en las minas, no son lo que parecen. -dijo antes de parar de hablar para disparar. -Soy Bryan. Lo que hay aquí debajo no tiene explicación. -dijo rapidamente antes de volver a disparar. Se escuchaban impactos de bala cercarnos, asi que no luchaba contra infectados. -¡Jacques sacanos de aquí! -gritó antes de que la comuniación se cortara.

-¿Bryan? ¡¿Bryan?! -contesté antes de quitarme los auriculares y recoger mi rifle. El viejo Wilhem me miró.

-¿No pensaras ir solo, no, hijo?

Fruncí el ceño mientras observaba desde la puerta, apoyada en el umbral y de brazos cruzados. Sólo había llegado a oír a Jacques hablando con un tal Bryan.

- ¿Ir adónde?- pregunté- ¿Qué ha pasado?- me dirigí a Wilhem mientras me acercaba a ellos.

-El chico ha hablado con uno de los suyos. -respondió el viejo mientras apoyaba un codo en el respaldo de la silla y asi poder mirar a Indhira.

Mientras tanto yo me ajustaba la correa del rifle al cuerpo y caminaba a paso rápido rumbo a la salida de la casa. Si Bryan seguía vivo puede que otros también e iba a encontrarlos a cualquier precio.

Miré a Wilhem un instante y fui detrás de Jacques.

-Espera, voy contigo.

Fui a coger mis cosas antes de nada. Me hice una coleta para ponerme el caso y bajé con el subfusil colgado de un hombro. Jacques ya estaba en el coche esperándome, y Pam hablaba con él.

Miraba a Pam mientras hablaba con ella, tenia un cigarro en la boca y el codo apoyado en la ventanilla mientras esperaba a Indhira. Pam tenía sus dudas, sobretodo porque era el médico el que se iba a ir tras una pista difusa que venía implicita con un tiroteo.

-Voy a ir, sea en coche o corriendo. -contesté tajante.

Pam borró sus labios y asintió separándose del coche a la par que yo lo arrancaba.

-Eh, tía Indhi- oí la voz de mi sobrino cuando abría la puerta del coche y giré la cabeza-. ¿Dónde vais?

-No tardaremos- le dije, y sonreí de lado para que no se inquietara. Entré en el vehículo y cerré la puerta-. Ayuda a Pam.

El chaval asintió, titubeante, y se alejó unos pasos del coche antes de que Jacques lo pusiera en marcha.

- ¿Era de tu equipo?- le pregunté mientras sacaba un cigarrillo y me lo encendía- El tal Bryan.

-Si. -contesté antes de darle una calada al cigarrillo y tirarlo por la ventanilla. Iba a necesitar las dos manos.

Salí a la carretera y desde ahí pisé el acelerador como si buscara quemar el motor. En las rectas ponía el coche a su máxima potencia y en las curvas frenaba lo justo para no abrirlas y salirme fuera de la carretera. Tomé rumbo a las minas, era del único lugar que Bryan había mencionado. Si estaba herido debía llegar cuanto antes.

Apoyé un codo en la ventanilla mientras fumaba, y subí un pie al asiento. No me daba miedo la velocidad, y me fiaba del buen manejo de Jacques para conducir, así que estaba tranquila. No pregunté. No hacía falta. Tan solo esperaba que llegáramos a tiempo, o aquello atormentaría a Jacques todavía más.

Le di una calada al cigarrillo mientras miraba por la ventana. No tardé en percatarme de hacia dónde nos dirigíamos.

-Las minas...- murmuré, pensando en voz alta.