Deambulando

Había estado ayudando con las cosas que me pedían, ayudando a cocinar, a barrer, a ordenar, a arreglar, a programar. Después de lo de Joanna no había hablado con nadie, o casi nadie. Tampoco me extrañaba, mis dotes para ser invisible siempre habían sido impresionantes.
Estaba sentada en el sofá, leyendo el libro que empecé la semana pasada. Era muy interesante, policiaca con un toque gore.

Bajé las escaleras con cuidado, con una mano agarrándome el costado, aunque me molestaba más la mordida del hombro. Resoplé cuando llegué al último escalón.

-Eh, Vi- la llamé cuando la vi-. ¿Hay algo para comer? Me muero de hambre.

La miré apartando la vista del libro. Desde que volvimos que pasó lo de la muerte no habíamos vuelto a hablar. Acabó bastante destrozada.
-Hoy no me ha tocado cocinar a mi- respondí -No he mirado, no lo sé.

- ¿No sobró ciervo de anoche?- pregunté- Creo que mordí la bala- bromeé, y me senté en el sillón de al lado.

Sonreí cuando bromeó y la miré un rato. ¿No había dicho que se moría de hambre? Me senté mejor, ya que estaba antes medio tumbada. Me quedé un rato mirando la página del libro, releyendo la última frase una y otra vez, pensando en si quería conversar o si simplemente se había sentado ahí a fumarse un cigarrillo o cualquier cosa.

Llevaba un cigarrillo sujeto en la oreja. Me entretuve llevándomelo a los labios y encendiéndolo con el mechero que tenía en el bolsillo del pantalón.

- ¿Fumas, Vi?- pregunté tras exhalar el humo.

-No.- contesté.

-Mmh- dije mientras daba una calada.

Exhalé el humo.

-Joanna y tú... ¿os habíais hecho amigas?- pregunté.

La miré.
-Bueno. Amigas, amigas no. Ya sé que no está bien hablar mal de los muertos. Pero era una chica que vivía en un mundo de fantasía, y de una personalidad opuesta a la mía. Me caía bien, pero no llegamos a forjar amistad. - le expliqué.

-Mmh- asentí mientras daba otra calada-. No tenía que haber pasado- solté el humo-. ¿Qué lees?- pregunté tras una pausa.

-"British Dieselwar"- le contesté, enseñándole la portada -Está ambientado en Inglaterra, después de lo de la Alemania nazi. Una guerra que continúa como guerra fría, y que en el pacífico no ha terminado todavía. Entonces empiezan a ocurrir asesinatos, y una serie de personajes empiezan a investigarlos. Una cantante femme fatal, una chiquilla alemana rica, un periodista y una médico- le expliqué intentando reprimir el entusiasmo -Te gustaría. Es muy interesante. Lo escribió una chica de España.

- ¿Español?- pregunté, con curiosidad- Qué raro. No suele salir nada bueno de allí- sonreí de lado-. Si me lo prestas cuando lo acabes te daré mi firme opinión.

-¿Te gusta leer?- le pregunté prestando atención ahora a la conversación.

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+5 Indhira

-Depende de qué. Cuando tenía tu edad leía bastante.

Di una calada al cigarrillo y exhalé el humo hacia arriba con calma.

"Cuando tenía tu edad" la miré conteniendo una risa. Pero simplemente sonreía de lado, bajé la vista al libro.
En esos momentos llegó una de las cocineras y se metió en la cocina.
-Creo que ahora es la tuya- le dije.

Me levanté con un poco de esfuerzo y fui hacia la cocina.

-Conquístame, Bridgitte- le dije a la mujer-. Me muero de hambre.

Bostezaba mientras bajaba las escaleras pesadamente. No sabía cuánto tiempo había dormido, pero incluso me dolía la cabeza y tenía el estómago revuelto, seguramente por no haber comido nada en condiciones desde hacía tiempo. Me pasé una mano por el flequillo, revolviéndolo, y vi en el salón a una chica rubia sentada en el sofá que no había visto cuando llegaba al refugio. Me acerqué y me senté soltando un gruñido.

Miré a la chica. No la había visto nunca por aquí, debía ser nueva. Miraba mi libro, incómoda porque alguien que no conociera se sentara cerca de mi.
"Centrate con tu lectura, Vi. Tienes que acostumbrarte a que unos se irán, y otros vendrán"

Saqué la pitillera de uno de los bolsillos del chaleco y me llevé un cigarrillo a los labios. Lo encendí con el zippo y tras exhalar el humo apoyé un codo en la rodilla y la mandíbula en la palma de la mano, mirando a la rubia.

Al poco bajé las escaleras y fui hasta la cocina para rellenar mi cantimplora. Cogí un trozo de carne metiendo la mano en el plato de Indhira que me llevé a la boca y mastiqué poco antes de beber agua y sacar un cigarro. Me apoyé en el marco de la cocina y me lo encendí mientras mi rifle bailaba entre el hueco de mi cuerpo y el marco.

Sentí la mirada de la chica. Así que la miré un momento para ver si era cierto o solo paranoia mía. En efecto. Me estaba mirando. Me sentí incómoda y volví a mirar el libro. ¿Pero que coño le pasaba?

Vi pasar de largo al militar, y continué mirando a la chica mientras fumaba. Entonces escuché un "¡Eh!" procedente de la cocina, y giré un poco la cabeza. Jacques salió masticando algo y relamiéndose. Volví a mirar a la rubia, y le di una calada al cigarrillo.

Di una larga calada y tomé el humo aguantándolo durante unos segundos antes de expulsarlo con suavidad. Me llevé la mano a la cara y me froté la barba generando un sonido áspero. Estabamos en ese momento del día en el que no había nada que hacer. Suspiré.

Me levanté del sofá y fui con disimulo a la cocina. Me la quitaría de encima si parecía que iba a beber agua. ¿Pero qué coño le pasaba? La gente estaba fatal de la cabeza.
Entré en la cocina y miré a Indhira comer y Bridgitte tapar restos de comida y congelando.
Me miraron al verme ahí sin hacer nada.
-¿Os ayudo?
-No hace falta, guapa. Tienes el día libre, ya nos ayudaste mucho ayer.- me dijo ella. Yo asentí con la cabeza.
-Vale...- volví a salir de la cocina.

Solté aire y humo por la nariz al reírme cuando se levantó disparada hacia la cocina. Solía intimidar a la gente. Apoyé los dos codos en las rodillas y le di una calada al cigarrillo.