Heridas de bala.

El encapuchado río desde la garganta cortamente y continuó tocando la melodía.

-HOY ME HAS QUITADO ALGO QUE ME PERTENECÍA.

-No te he quitado nada- respondí, abriendo los ojos y observando mis manos pasear sobre las teclas-. Si le he salvado, es que no le tocaba.

-DEBO ENTENDER QUE CREES EN EL DESTINO ENTONCES, ¿NO? -preguntó. -NO MORIRÁ MIENTRAS NO LE TOQUE, ¿VERDAD? -

El encapuchado continuó tocando con suavidad las teclas del piano, rió con suavidad un momento y continuó moviendo los dedos.

Apreté los labios.

-Haré lo que sea para que no le toque mientras yo pueda salvarle. No creo en el destino- murmuré-. Pero tampoco creía en ti hasta hace unas semanas.

-Y PUEDE QUE YO NO EXISTA, MI QUERIDA INDHIRA. -respondió mientras tocaba. -HE DICHO QUE VUESTRA ESPECIE SE HA REFERIDO A MI COMO LA MUERTE, NO QUE LO SEA. PUEDE QUE VUESTRAS CREENCIAS EN MI SEAN ERRÓNEAS, ¿NO?

-Eso me da igual- murmuré-. Lo que sé es que te llevas a los muertos. Me da igual cómo te llamen. Te los llevas. Y por algún motivo yo puedo verte cuando lo haces.

El encapuchado ladeó la cabeza. -A LO MEJOR YA ESTÁS MUERTA. O ERES COMO EL NIÑO DE AQUELLA PELICULA. CÓMO SE LLAMABA... HMM... ES DE MIS FAVORITAS.

Apreté los dientes. No estaba muerta. Sólo intentaba tomarme el pelo.

-El sexto sentido- respondí.

-ESA, ESA. -dijo alzando un dedo y riendo con suavidad. -NO SÉ CUANTAS VECES ME LA HE VISTO. -respondió.

Tocó las últimas notas de la melodía y dejó las manos sobre las teclas unos segundos antes de apartarlas. Movió las cabezas a los lados como quien estira el cuello. -TOCAR SIEMPRE ME ABRE EL APETITO. ¿TE APETECE CURRY, BINKY? -preguntó. El gato alzó la cabeza y maulló. -PUES CURRY.

Bajé el ritmo de la música. Hacía un rato que improvisaba, que pasaba de una canción conocida a otra. Continué tocando hasta que escuché la puerta. Solté un suspiro entrecortado y poco a poco dejé de tocar. Acaricié las teclas por última vez y miré hacia la cama.

Tema cerrado.