Buscando el punto de reagrupación.

Le había pedido permiso a Pam para salir solo. Tras contarle que era para buscar a miembros de mi unidad supuso que de conseguirlo conllevaría a aumentar los miembros del refugio sin contar que lo haría con soldados preparados para el combate más el rol que tuviera dentro de la unidad. Recorrí las carreteras de las montañas en rumbo a una base militar que habíamos sobrevolado antes de estrellarnos. Aparqué a unos 200 metros de ella, tras unos árboles dejando el coche escondido. Me bajé e hice a pie el resto del camino.

La valla de la base estaba rota, había cadáveres en descomposición o medio devorados por el suelo. El zumbido de las moscas y el olor me hacían encoger la cara. Caminé por el medio de la base apuntando con el rifle, ligeramente agachado, si alguien de la unidad había sobrevivido podía encontrarse por aquí, pero no era lo único que podía llegar a encontrar aquí dentro.

Había llegado a la base abandonada en busca de recursos. Me valía cualquier cosa. Munición, cuchillos, gasolina... El camión que conducía era militar, y por lo tanto, blindado. Lo habíamos robado hacía un par de meses, y ahora me había quedado yo sola con él. Entre los cadáveres no había demasiado de utilidad. Registrando algunos cuerpos encontré tabaco, pero los chalecos habían quedado inútiles, demasiado dañados como para servirme de algo.

Estaba pasando gasolina de una furgona militar a una garrafa que había encontrado. Succioné la manguera y escupí el líquido cuando empezó a verterse, y esperé a que se llenara.

Me giré con vehemencia apuntando hacia la zona dónde había escuchado liquido caer al suelo y una tos. Tomé aire y comencé a avanzar con la cabeza ladeada, apuntando. Pasé junto a tiendas militares y finalmente le doblé la esquina a una pequeña habitación de hormigón. Di con la mujer que al parecer pasaba gasolina de un vehículo a otro.

Apreté los dientes y me empecé a acercar lentamente, sin bajar el rifle.

Dejé el extremo de la manguera en el hueco del tapón mientras esperaba y posé el culo en el suelo para encenderme un cigarrillo. Abrí el zippo y lo prendí, y cuando lo guardé me percaté de que no estaba sola. Agarré la Mossberg con las dos manos y clavé una rodilla en el suelo para levantarme con rápido movimiento.

-Me cago en la puta- gruñí con el cigarrillo entre los labios al ver que se trataba de un hombre y no de una de aquellas cosas.

La miré durante un segundo y sentí el impulso de apretar el gatillo cuando alzó su arma. Pero no disparó, así que yo tampoco.

-Baja el arma. -le pedí.

-Bájala tú, joder- farfullé por instinto. Había puesto la escopeta a la altura de mi hombro.

Le di una calada al cigarrillo y solté el humo por la nariz. Finalmente empecé a bajar el cañón lentamente.

Cuando comenzó a bajar el arma hice yo lo mismo lentamente hasta que finalmente los dos las bajamos por completo. Miré a mi alrededor y finalmente solté el rifle dejándolo colgar de la correa a la altura de mi cintura. Volví a posar mi mirada en ella.

-Militares, ¿has visto alguno por aquí? -pregunté.

Señalé con la cabeza un par de cuerpos más allá, y cogí el cigarrillo entre el índice y el pulgar.

-Sólo los muertos- respondí-. ¿Estás solo?- pregunté.

Los militares nunca habían sido muy amigos de los cazarrecompensas.

Asentí mientras abría el bolsillo de mi chaleco, sacando un cigarrillo y encendiéndomelo con el zippo. Di una calada dejando escapar algo de humo para luego sorberlo. Lo expulse por la nariz en un suspiro.

-¿Y tú?

Me encogí de hombros y asentí, volviendo a sentarme. Levanté una rodilla y apoyé el codo con el cigarrillo en la mano. Le di una calada al cigarrillo y solté el humo lentamente.

-Esto es un campo de cadáveres- murmuré, y cuando dejé de oír la gasolina caer quité la manguera y le puse el tapón a la garrafa.

-Y qué no lo es. -murmuré volviendo a mirar alrededor mientras me llevaba el cigarro a la boca.

-No muy lejos de aquí hay un refugio. No son militares, cama, comida caliente, esas cosas. -comenté.

Levanté una ceja.

-Me halagas, pero nos acabamos de conocer- dije con cinismo, rodando los ojos.

Me llevé el cigarrillo a la boca. ¿Dónde estaba ese refugio cuando todos mis compañeros seguían vivos? Amarga ironía. Me puse en pie y levanté la garrafa para dejarla en la parte trasera del camión.

-No te estoy invitando al cine, para luego ir a cenar a ver si con suerte mojo despues. -contesté. -Si mi intención fuera llevarte al refugio porque he planeado algo me habría sido más fácil haberte disparado cuando te vi de espaldas.

Resoplé y di otra calada al cigarro mientras daba un par de pasos, mirando a mi alrededor. No parecía haber nada de demasiada utilidad a simple vista.

Chasqueé la lengua.

-Así rompes la magia- respondí, y volví hacia la cabina, apoyé un codo en la puerta-. ¿Necesitas que te lleve?- le guiñé un ojo.

Caminé hasta colocarme frente a la puerta del conductor y alcé la mirada para observarla. -¿A dónde vas? -pregunté.

Di una última calada al cigarrillo y lo lancé al suelo dándole un toquecito con la uña del dedo corazón.

-A probar suerte en ese refugio tuyo- respondí, expulsando el humo-. Estaría loca si rechazara una cena.

Abrí la puerta del conductor.

Arrugé los labios y asentí echando a caminar por delante del camión hasta rodearlo. Abrí la puerta del copiloto y entre de un pequeño salto, apoyando el fusil entre mis piernas.

-Tienes que seguir la carretera norte, en el cementerio tuerces a la izquierda y sigues recto por la 115. -le dije mientras abría el chaleco y sacaba el cargador de mi pistola, devolviendo la bala al mismo.

Asentí con la cabeza mientras arrancaba y aceleraba, girando el volante para salir.

- ¿Has venido a pata o qué?- pregunté.

-No, pero así tengo excusa para volver. -le contesté.

Enfundé la pistola y di una nueva calada al cigarrillo mientras sujetaba con la mano libre el cañón del rifle, observando el paisaje.

-No cojas el paso de montaña, está jodido.

-Y para volver necesitarás a alguien que te lleve.

Le hice caso y cogí el desvío sur, hacia carretera. Me llevé una mano al chaleco y palpé hasta encontrar un cigarrillo. Lo puse entre mis labios y lo encendí con el zippo sin perder de vista el asfalto, sin dejar de mirar al frente. Le di una calada y apoyé la mano en el volante mientras exhalaba el humo. Di otra calada y cuando cogí el volante tendí la mano derecha hacia el militar.

-Viper- dije sin mirarle.

Le estreché la mano y devolví la vista al frente a la par que bajaba la ventanilla y tiraba la colilla por ella. -Jacques. -respondí.

Señalé hacia delante en una intercepción. -Por la derecha.

La idea era la próxima vez volver a pie o a las malas venir con Indhira que tampoco sería problema.

Devolví la mano al volante y reduje marcha para torcer a la derecha. Apoyé el codo izquierdo en la ventanilla para darle una calada al cigarrillo.

- ¿Son todos militares?- pregunté- En el refugio.

Negué con la cabeza. -Solo dos lo somos hasta donde sé. -respondí. -Mayormente el refugio está formado por civiles. Pero tienen agua, comida y electricidad además de que es un sitio fácil de defender y apartado.

Sonaba bien. Quizá hasta demasiado bien.

- ¿Milicianos?- pregunté. Era una posibilidad u otra.

Asentí. Ya estabamos bastante cerca. -Parte de la Unión.

Señalé el tejado de la casa cuando apareció en el panorama. -Allí.