De vuelta al deber.

Me deshice de su chaqueta y entonces comencé el mismo procedimiento conmigo hasta quedarme sólo con la camisa, como ella. Correspondí a su beso cuando me sujetó la nuca.

Colé las manos debajo de su muslo y me levanté cargando con ella hasta posarla en la cama, conmigo encima y entre sus piernas. Continué besándola.

Ahogué un suspiro cuando me levantó y me pegó a su cuerpo. El estómago me dio un vuelco. Era incapaz de decir nada, de emitir ningún sonido más allá de mi agitada respiración, e incluso eso lo intentaba reprimir. Sentir su peso sobre mí me hizo estremecer. Rodeaba su cuello con los antebrazos, lo abrazaba, y pensé que Dios podía llevarme en ese momento, que no me importaría.

Continué besándola y mi mano se coló por debajo de su camisa, recorriendo su vientre hasta llegar a su pecho. Noté el tacto suave, muy suave. Alcé una ceja y levanté la tela lentamente hasta dar con el sujetador de encaje y seda negro, la miré y sonreí, ladeando la cabeza.

Me ruboricé todavía más si cabía, tanto que fui incapaz de sostenerle la mirada. Bajé las pestañas, azorada, temblorosa, y me mordí el labio inferior.

-... Me da suerte...- murmuré, avergonzada.

Sujeté su barbilla, ladeandola para que me mirará. Observé su pecho y luego la volví a mirar a ella, mordiéndome el labio inferior.

-Me gusta. -murmuré antes de inclinarme y morder uno de sus pechos con suavidad, por donde el sujetador me permitía.

Arqueé la espalda al tiempo que se escapaba de mi garganta un corto y ronco gemido, echando la cabeza hacia atrás y clavando los dedos en la colcha de la cama. Jamás había experimentado nada parecido, ni que se le acercara. Si aquello me iba a llevar al infierno, que me tragara.

Besé la zona mordida y la miré volviendo a morderme el labio hasta el punto de sentir dolor debido al deseo que sentía en ese momento por ella. Me alcé sobre las rodillas y me quité la camisa, observándola, seguidamente volví a colocarme en al misma posición volviendo a besarla mientras mis manos desabrochaban los botones de su pantalón.

Noté sus dedos en mi pantalón, y entonces saltó una alarma en mi cerebro. Empezó a faltarme el aire y tenía la boca seca. Sujeté su mano con la mía, temblorosa y poco firme, y no fui capaz de mirarle a los ojos.

-No...- gemí- S-soy...-tartamudeé- Yo no...

La miré y sonreí. -No vamos a hacer eso, tranquila. -murmuré.

Bajé la mano hasta acariciarla y estimularla por encima del pantalón y la miré para que supiera a lo que me refería. Sujeté su mano y la llevé lentamente hacia el mío. -Tranquila.

Me mordí el labio inferior. Un cosquilleo atravesó mi entrepierna cuando me acarició. De un momento a otro me saldría vapor por las orejas, a presión, como un tren. Acaricié el bulto de su pantalón con cierta torpeza, y levanté las pestañas para mirarle a los ojos.

Suspiré al notar su mano y terminé de abrir su pantalón dándome cuenta de que llevaba el conjunto de lencería completo. Volví a sonreír y colé la mano dentro comenzando a estimularla con suavidad.

Usé la mano libre para desabrocharme el pantalón y sacar mi miembro, sujeté la suya y la llevé hasta el mismo haciendo que lo sujetara. Pegué mi frente contra la suya y abrí la boca lentamente, soltando el aire.

Abrí la boca y eché la cabeza hacia atrás cuando su mano se coló entre mi piel y la ropa. Ahogué un gemido y le miré cuando condujo mi mano. Agarré su erección, tal vez con más fuerza de la debida por culpa de los nervios, y le miré a los ojos. Entornaba los míos a causa del placer que me estaba dando.

Comencé poco a poco a aumentar la velocidad con la que la estimulaba. A veces me hacia daño al apretar de sobra su mano pero la excitación y el placer se ocupaban perfectamente de camuflar el dolor. La besé con algo más de ímpetu que al principio y presioné mi cuerpo contra el suyo.

El ritmo con el que yo lo estimulaba era errático y menos experimentado, pero no paré de mover la mano arriba y abajo. Sentí una oleada de placer muy intenso, y arqueé la espalda con todo el cuerpo temblándome. Entonces él también llegó a su clímax.

Apreté los dientes y emití un gemido cuando llegué al climax. La miré mientras jadeaba, observando sus ojos. Me incliné y volví a besarla, esta vez con más suavidad y mimo.

Tema cerrado.