De vuelta al deber.

Por un momento pensé que me iba a tomar por loca, que no podíamos hacer algo tan descabellado. Pero su apoyo me dio fuerzas nuevas. Asentí con la cabeza.

-De acuerdo- respondí.

Sonreí y la miré, ladeando la cabeza. Alcé la mano y acaricié su mejilla con el dorso de la misma.

-¿Una sonrisa?

Sonreí tímidamente mirándole, mostrando parcialmente los dientes, y bajé las pestañas. Me recordó a mí cuando trataba con niños en los orfanatos.


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'd10' : 5, 8, 3

Le devolví la sonrisa y me incliné hacia delante, besando su frente.

-Todo saldrá bien. No permitas que la situación pueda contigo.

Asentí de nuevo, y pestañeé un par de veces mirándome las manos.

-No lo haré- respondí, y sonreí con la boca cerrada.


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'd10' : 4, 6, 9

Sonreí y noté algo de calor en las mejillas al observarla. Me mordí el labio inferior con delicadeza y suspiré llevando la mano hasta su pelo y acariciando el mismo. Aún seguía sin entender por qué generaba esos deseos en mi.

Me entretuve quitándome los guantes, manchados con la sangre de Philip, y me mordí los labios por dentro cuando empezó a acariciarme el pelo. Carraspeé.

-Y... ¿dónde iremos?- pregunté.


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'd10' : 5, 5, 9

-A dónde nos lleve el camino. -respondí mientras acariciaba su pelo. Bajé la mano lentamente hasta hacer lo mismo con su mejilla. -Juntos.

Me mordí el labio inferior con su última palabra, y finalmente acaricié su mano con la mía. Cerré los ojos y suspiré. Scott me infundía calma, me daba fuerzas tenerle cerca.


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'd10' : 7, 1, 7

Me incliné poco a poco y apoyé mi frente contra la suya con suavidad, mirándola de cerca. Aún acariciaba su mejilla. Cerré los ojos un segundo y deje escapar el aire de mis pulmones con calma, seguidamente volví a mirarla.

-Siempre aquí.

Mantuve mi mano sobre la suya, y los ojos cerrados. Notaba su respiración sobre la mía; su olor, una mezcla entre sudor, metal y sangre. Me mordí levemente el labio inferior y mis labios se curvaron en una sonrisa de agradecimiento, de confort ante sus palabras.


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'd10' : 9, 6, 5

Observé cómo se volvía a morder el labio lo que originó que yo hiciera lo mismo con el mío. Me incliné poco a poco y acerqué mis labios a los suyos, tamborileando un beso.

Entreabrí los ojos al notar que se acercaba todavía más, y me quedé mirando su boca un instante. Respiré de forma entrecortada, sintiendo el roce de sus labios quemándome. Mi cabeza me decía que fuera fiel a Dios, que aquello estaba mal, pero el bombeo de la sangre recorriéndome de arriba a abajo comenzaba a sugerirme otras opciones. Y estaba paralizada.


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'd10' : 5, 4, 3

Apoyé una mano en su muslo y con la otra aferré su cintura, ladeando la cabeza y abriendo la boca mientras me pegaba a ella. Cerré los labios sobre los suyos con suavidad mientras cerraba los ojos, notando su sabor.

Erguí la espalda cuando me atrajo hacia sí, y solté un entrecortado suspiro cuando se lanzó a besarme. Casi sentí un tic en la pierna y la moví de forma nerviosa. La diferencia, aquella vez, es que no me aparté. Ladeé un poco la cabeza hacia el lado contrario y respondí a su beso de forma lenta y natural a pesar del fuerte zumbido en mis oídos.

Acaricia su cintura con suavidad y continué con el beso mientras poco a poco ejercía presión con los dedos sobre su muslo, por suerte la herida le había sanado. Volví a abrir los labios y cerrarlos sobre los de ella con la misma suavidad que la primera vez. Poco a poco me fui alzando, pegando más mi cuerpo al de ella, notando su calor.

No me había dado cuenta de que de alguna forma alejaba las manos todo lo posible para no tocarle, las apoyaba en el colchón por detrás de mí, y las cerraba en un puño. Acabé por abrir las rodillas mientras él se pegaba más a mí. Me recorría un cosquilleo desde donde estaban sus dedos en mi muslo bastante similar a cuando me entretuve explorando entre mis piernas en la ducha hacía una semana.

Recorrí su muslo con mis manos hasta dar con su chaleco el cual comencé a desabrochar sin despegar mis labios de los suyos. Cuando conseguí quitarselo lo deje caer a un lado y sujeté la cremallera de su chaqueta la cual empecé a bajar lentamente.

De repente el calor era insoportable, pero de alguna forma me sentía desnuda ya sin el chaleco, pero a pesar de lo asustada que estaba no podía dejar de besarle, y cada vez quería más de él, y no quería que parara. Vacilé mientras bajaba la cremallera, pero finalmente llevé las manos a su nuca, a su pelo.