De vuelta al deber.

Giré la cabeza para mirar a Scott, y volví a prestar mi atención a Muerte.

- ... ¿Tu mundo? ¿C-cómo...?

El encapuchado persiguió la mirada de la joven hasta el hombre y se acercó a él. Alzó una mano y pasó el reverso de la misma por su mejilla, generando un áspero sonido por la fricción contra su barba. La zona tocada comenzó a volverse gris y extenderse. -ES EXTRAÑO QUE AÚN PERDIENDO LA FE HAYA ENCONTRADO UN MÉTODO PARA SEGUIR LUCHADO. -murmuró antes de mirarla a ella. -VUESTRA RELACIÓN SIEMPRE ME HA SIDO CUANTO MENOS, CURIOSA. -río con suavidad y despegó la mano de la cara del hombre mientras el gris desaparecía.

Me dio un vuelco el estómago cuando se acercó a Scott y lo tocó. No sabía lo que significaba ese cambio de color, pero no podía ser bueno.

- ¿Scott ha perdido su fe?- pregunté con la voz algo rota, mirando a mi compañero.

Eso era lo que le pasaba, y no había querido contármelo.

El encapuchado asintió lentamente y volvió a mirarla, ladeando la cabeza. -TODOS LA PIERDEN TARDO O TEMPRANO, ÉL HA SIDO MÁS TEMPRANO, MÁS TEMPRANO. PASÓ DE UNA FE FIRME Y FERVIENTE A NADA EN UN DÍA. LE VENDRÁ BIEN PARA PODER SEGUIR SOBREVIVIENDO. -contestó.

El gato comenzó a jugar con los cordones de la bota de la mujer, revolcándose por el suelo mientras daba zarpazos a los mismos.

Tragué saliva y me mordí el labio, bajando la vista y sintiéndome absolutamente culpable por ello. Si no hubiera provocado la ira del Padre Lucas, Scott seguiría siendo el mismo. Entonces vi al animal que acompañaba a Muerte acercarse a mí y jugar con mis botas, y me puse de cuclillas lentamente, para no asustarlo. Acerqué el dorso de una mano para que me olisqueara, y sonreí, mirándole.

El gato alzó la mirada hacia la mano de la joven y maulló en un tono bajo y dulce, olisqueó el guante y finalmente apoyó el cuello contra la mano restregando el mismo contra ella mientras ronroneaba.

El encapuchado se giró y echó a andar hacia el cuerpo de Philips. Chasqueó la lengua y negó lentamente. -A TODOS OS TOCA LLEGADO EL MOMENTO.

-Y... ¿Por qué puedo verte yo? ¿Por qué no Scott?- pregunté, acariciando el pelaje del gatito.

-QUIEN SABE. -respondió. -A LO MEJOR SI QUE TENÍA RAZÓN Y ERES UN PEQUEÑO MILAGRO, ¿NO? -comentó antes de reír con suavidad.

La mujer bajó la mirada al notar un suave mordisco del gato y observó que el mismo ya no tenía ni piel ni carne, solo un esqueleto que continuaba jugando con su mano como hacia hasta ahora. La sorpresa conllevó al que el mundo volviera a su color, haciendo desaparecer al gato como a su amo.

-¿Danger? ¿Estás bien? -pregunté al girarme y verla acuclillada. Supuse que podía ser por un ataque de ansiedad.

Me ruboricé con la mención a lo que Scott me había dicho. Sólo un Jinete podía saber cosas tan íntimas. Ahogué una exclamación en mi garganta cuando vi el auténtico aspecto del gato y levanté la mano, irguiendo la espalda del susto. No caí de culo de milagro. Tenía el pulso acelerado cuando todo volvió a su estado natural a mi alrededor, y oí la voz de Scott. Solté aire, y me levanté.

-Sí...- musité, aturdida- Estoy bien...

Miré el cuerpo de Philip una vez más y me giré para seguir a Scott.

Le di una suave palmada en la espalda cuando pasó por mi lado. Parecía consternada por la muerte de Philips, y era normal.

-Deberíamos volver para informar sobre esto. -dije. La verdad era bastante distinta. La veía mal y prefería, ahora que teníamos excusa, volver y mantenerla fuera de la ciudad aunque fuera sólo un día.

-Podemos informar cuando volvamos más tarde- dije en tono ausente-. No va a cambiar nada. Acabamos de salir...

-Tendrá amigos, puede que familia. Debemos volver para informar de su muerte y que vengan a recoger el cuerpo. Que sus cercanos le den el entierro que merecen. Es lo mínimo que podemos hacer por él, no dejarlo aquí para que sea la comida de esas bestias. -respondí.

La miré durante un segundo y me mordí el labio inferior. -Puede que hoy no sea un buen día para salir.

Bajé las pestañas, abatida y cansada, y me rendí a sus argumentos.

-Tienes razón. Podemos llevarle nosotros mismos también...

Asentí. La miré un momento y volví a por el cuerpo. -Yo lo llevaré, así tu podrás reaccionar y defenderme si nos atacan. -comenté mientras levantaba el cuerpo y lo cargaba a mi espalda.

Volví caminando hasta ella con Philips encima. -Vamos.

Envainé mientras asentía con la cabeza, y le ayudé a cargar con Philip a su espalda. Cuando estuvo listo eché a andar por delante de él. Extrañamente, no estaba nerviosa por mi encuentro con Muerte, más bien triste. Sentía un gran cansancio sobre los hombros.

Cruzamos las calles de la ciudad sin ningún problema, y cuando llegamos al puente retrocedí para ayudar a Scott con su carga. Una vez cruzada la puerta. Tres soldados se encargaron de llevarse el cuerpo sin vida de Philip. Me quedé mirando cómo se alejaba, y recordé a Scott en la misma situación hacía una semana.

Observé a Danger y me mordí el labio inferior con suavidad al ver el estado en el que se encontraba. Suspiré y me acerqué a ella rodeándola con un brazo y estrechándola. -Vamos, te llevaré a tu habitación. -murmuré.

Me dejé llevar por Scott, mirándome los pies mientras caminaba como un autómata. Perdí la noción espacio temporal hasta que me vi delante de mi puerta. Pestañeé varias veces y finalmente saqué la llave para abrir la puerta.

Apoyé la mano en la puerta y la empujé para abrirla cuando giró la llave. Tiré de ella con suavidad hasta sentarla en la cama y me acuclillé frente a ella, mirándola.

-Háblame.

Levanté las pestañas para mirarle cuando me pidió que le hablara.

-He visto a Muerte- dije sin vacilar demasiado-. Iba a llevarse a Philip.

Bajé la vista de nuevo, intentando encontrar un sentido, consciente de cómo sonaba lo que acababa de decir.

- ¿Me estoy volviendo loca, Scott?- pregunté, y levanté la vista de nuevo para mirarle.

Apoyé la mano en su nuca y tiré de ella con suavidad hasta apoyar su cabeza en mi hombro. -Shhh... tranquila. -musité mientras le acariciaba el pelo.

-No te estás volviendo loca, yo también lo vi aquel día en la catedral. No estás loca.

Apoyé la cabeza en su hombro y cerré los ojos mientras suspiraba. Aferré los dedos a su chaleco para no perder el equilibrio en aquella postura. La voz de Muerte resonaba en mi cabeza diciéndome que Scott había perdido su fe. La culpa me comía.

Giré el cuello y besé su cabeza varias veces antes de estrecharla contra mi mientras me colocaba de rodillas.

-Todo está bien. Tranquila. A mi no se me va a llevar. -le murmuré.

Fruncí el ceño y los labios. Aquella posibilidad era peor que cualquier otra cosa. Ya había perdido a un compañero. No podía perderle a él. Me aparté, empujándole suavemente con las manos, y le miré a la cara.

-Vámonos de aquí- le dije-. Nos están usando como carne de cañón. Cada vez somos menos.

La miré y alcé lentamente las cejas en silencio. Asentí.

-Mañana, en la próxima salida. No volveremos. -dije sin dejar de mirarla. -Nos darán por muertos. Habla con Kerry antes para no desolarla.