Tras las puertas de Nuevo Edén

Me pareció presuntuoso llamarlo Nuevo Edén desde el principio, pero había aprendido a guardarme ciertas opiniones desde niña, y la gente necesitaba una punto de esperanza, aunque no fuese más que un nombre. Allí se sentían a salvo, y eso era lo que contaba. Cruzamos las calles hasta la Iglesia donde estaba el Padre Lucas. Busqué a Kerry con la mirada mientras tanto, pero no la vi, así que una vez en la Iglesia esperamos a que el Pastor nos recibiera. Me santigüe cuando pasamos por el altar y nos dirigimos a su despacho.

Entré a la iglesia detrás de Danger a la cual seguí. Me santigüe cuando ella lo hizo. Caminamos por los pasillos de la estancia hasta llegar al despacho del padre Lucas. Tocamos a la puerta y entramos cuando nos dio el permiso.

El padre sonrío al vernos.

-Me han comentado que habéis salvado a una muchacha y masacrado a muchas bestias del averno. Dios debe sentir orgullo de sus ángeles en la tierra.

Sonreí, agradecida por sus palabras, pero no quería pecar de soberbia.

-Gracias, Padre. Dios ha guiado nuestra mano y nos ha permitido salvar una vida.

El padre Lucas asintió y le dedicó una sonrisa a la mujer.

-Ya lo creo que si. -respondió. -¿Requeríais de algo? -preguntó en cuanto al motivo por el que habíamos venido.

-Sí, Padre- respondí-. Hemos entrado en la Catedral después de poner a salvo a la superviviente- expliqué, y saqué el rosario para acariciar la cruz con los dedos-. Y un jinete nos ha bendecido con su presencia, Padre.

El padre alzó lentamente la mirada y las cejas hacia la mujer. Yo me mantuve en silencio, observándolos.

-¿Un jinete? ¿Perdona hija? ¿A qué te refieres? no sé si te refieres a lo que creo

-La Parca- respondí, con un brillo en la mirada entre la fascinación y el respeto-. La propia Muerte ha hablado con nosotros.

Entrelacé los dedos de ambas manos dejando la cruz del rosario entre las palmas.

De tener las cejas alzadas pasó a fruncirlas con fuerza.

-Como te atreves... -murmuró. Se levantó y dio una contundente palmada en la mesa, señalándola. -¡Herejía! -le gritó. -¡Cómo osas procalamar que este apocalipsis es obra de Dios y no del demonio! ¡¿Insinúas que luchamos contra la obra de Dios?! -gritó antes de volver a golpear la mesa. -¡Blasfemia!

Entreabrí la boca, sorprendida y asustada por aquella reacción desmedida. Retrocedí un paso y bajé la mirada.

- ¡N-no estoy insinuado eso, Padre! ¡Debe estar aquí para ayudar al hombre contra esta prueba, contra esta pandemia! ¡Para luchar contra Satanás!

-¡¿Un jinete del apocalipsis luchando por salvar el mundo, niña?! -gritó. Se le había puesto la cara roja y se le marcaba una vena en el cuello además de otra en la frente.

-¡Dios mandará ángeles comandados por San Miguel en nuestra ayudas, no los jinetes de la destrucción absoluta! -gritó de nuevo. -¡Pagaras por tu herejía!

- ¡La Muerte es la que transporta almas! ¡Las devuelve al sino de Dios!

-¡La muerte es la que llega con el ajenjo para sesgar las almas de los mortales ante la destrucción absoluta! -respondió. -¡Una vez llegada la muerte a la tierra significará que Dios ya ha salvado y redimido a aquellos que lo merecían!

Dos soldados ataviados de la misma manera que nosotros entraron por la puerta alertados por los gritos. El hombre señaló a la joven.

-¡Llevaosla de aquí! ¡La quiero en la alambrada en una hora! ¡Debe redimirse!

-¡Padre! -le grité intentando hacerle cambiar de opinión.

Me señaló. -Mantén la boca cerrada o correrás el mismo destino.

- ¡No!- exclamé de forma instintiva mientras me agarraban de ambos brazos- ¡Padre, por favor!

Tiraron de mí y me sacaron a rastras del despacho.

- ¡Padre!- grité, y mi grito resonó en toda la iglesia.

Me hicieron llamar. El padre Lucas quería que estuviera presente para que supiera lo que me ocurriría si hacia caso a mi compañera. Él también había ido, junto a los dos soldados que transportaban a la mujer además de un tercero que portaba un látigo.

La ataron con bridas a la zona de la alambrada más lejana de la base. El padre no quería testigo de esto y era normal viendo lo poco cristiano del acto. Los dos soldados ataron a la joven a la valla mediante bridas, le abrieron el chaleco y la chaqueta y le subieron la camisa hasta dejar su espalda desnuda frente a nosotros.

El tercer soldado comenzó a chasquear el látigo con fuerza, preparándose.

-Que la flagelación expie tus pecados ante el señor como expió los de otros antes que tú.

Apreté los puños con fuerza ante tal humillación cuando me descubrieron la espalda, y cerré los ojos cuando oí el látigo restallar. Temblaba de miedo, y solté un grito con el primer latigazo. Me contraje, arañándome las muñecas con las bridas. Sollocé y apreté los dientes cuando oí que venía el siguiente. Volví a gritar, pero de forma más contenida. Lo que no podía contener eran las lágrimas de dolor.

Agaché la mirada y cerré los ojos con fuerza, encogiendo los hombros cada vez que escuchaba el sonido del látigo golpear la espalda de la joven. Mi respiración comenzó a acelerarse poco a poco hasta que empecé a notar mareo por la sobredosis de oxigeno. Seguidamente y de golpe mi respiración se calmó.

-Que así sea. -musité mientras alzaba la mirada.

Me encaminé hacia el soldado que fustigaba a la joven y le propiné un fuerte rodillazo en el muslo haciéndolo caer al suelo. Desenfundé mi pistola y apunté al padre Lucas. Los dos soldados me apuntaron a mi con las suyas.

-¡Qué haces! -gritó el padre.

-Dios nunca me pidió esto. -murmuré colocando un dedo en el gatillo.

Giré la cabeza al escuchar un golpe y no sentir el látigo en mi espalda de nuevo.

- ¡No!- grité al ver lo que pasaba- ¡Baja la pistola, Scott!- sorbí por la nariz, temblorosa- No pasa nada...- sollocé- Está bien...- le miré- Baja la pistola, por favor... Dios no quiere que te hagas matar. Estás aquí para luchar contra los demonios de ahí fuera.


Labia/Elocuencia 4
Carisma 7

El miembro 'Dangereuse Devereaux' ha efectuado la acción siguiente: Dados lanzados:

'd10' : 7, 6, 2

El padre Lucas me observó.

-¡Haz caso a tu compañera, Scott! ¡Ir en contra de la Iglesia es ir en contra de Dios! -gritó el cura.

-Pues iré en su contra. -musité.

-¡Matadlo!

Giré el cuerpo y apunté al primero de los soldados apretando el gatillo. La aguja percutora del arma golpeó el casquillo del arma y propulsó la bala a través del cañón hasta que la misma impactó en el cuello del hombre. Continué girándome hasta apuntar al siguiente, este ya me apuntaba a mi. Apretó su gatillo y la bala impactó en la parte derecha de mi pecho. Anclé el pie para no retroceder y alcé el arma descargándola dos veces sobre el cuerpo del hombre que cayó de espaldas. Volví a girarme rumbo al tercer soldado para recibir su disparo en el muslo. Apreté los dientes con fuerzas y puse todo de mi parte para no caer al suelo. Apunté y disparé. La bala impactó en la cabeza del soldado que alzó su mirada y cayó lentamente de espaldas. Un gruñido lastimero salió desde mi garganta y mi rodilla acabó clavándose en el suelo.

Alcé la mirada lentamente, enseñando unos dientes ensangrentados y unos ojos llenos de ira que clavé en el padre Lucas. -Dios no es esto. -dije sin apenas separar los dientes.

Me quedé con la boca entreabierta después de ver aquello. Se me aceleró el pulso, y supe que Scott no iba a poder enfrentarse sólo a todos los soldados de Dios.

- ¡Padre!- grazné- ¡Padre, por favor! ¡Se lo suplico! ¡Esto es culpa mía, castígueme a mí y perdone a Scott! ¡Dios perdona! ¡Dios es misericordioso!


Labia/Elocuencia 4
Carisma 7

El miembro 'Dangereuse Devereaux' ha efectuado la acción siguiente: Dados lanzados:

'd10' : 3, 6, 6

El padre alzó un dedo tembloroso hacia mi.

-T-tu... has sido enervado por esta bruja, hijo mio. -murmuró. -El perdón te llegará pues el asesinato de tus semejantes no es distinto a los placeres con los que el demonio nos seduce para usarnos como marionetas. -señaló a la joven. -Acaba con ella y tus pecados serán expiados.

Me levanté apoyando una mano en mi rodilla. Me tambaleé y observé a la joven para seguidamente volver a mirar al padre. Sujeté el arma con ambas manos y la alcé lentamente, apuntándole a él.

Me tembló el labio inferior cuando el Padre le ordenó a Scott que me matar. Apreté los dientes y tragué saliva sintiéndome traicionada por mi propia gente. Apoyé la frente en la alambrada llorando en silencio. No quería mirar.

Apreté el gatillo y dejé caer la mano mientras escuchaba el sonido sordo del cuerpo golpear el suelo. Alcé la mirada y miré el cielo extendiendo ligeramente las manos hacia los lados.

-¿Es esto lo que quieres de mi? -murmuré. Cerré los ojos lentamente y bajé la cabeza para seguidamente girarme.

Mi mano se apoyó pesadamente en la alambrada, me costaba mantenerme en pie. Sujeté las bridas que aprisionaban a la mujer y se las quité, me arrodillé pesadamente y la ayudé a taparse con sumo cuidado, sin tocar su piel desnuda.

Me acaricié las muñecas doloridas, presionándolas contra el cuerpo. Sorbí por la nariz, quedándome de rodillas y con la espalda doblada. Seguía temblando, y los latigazos ardían en mi espalda. Me tomé unos segundos para calmarme y dejar de temblar, y entonces me acerqué a Scott para atender sus heridas lo más rápido posible. Ya habría tiempo de lamentarse y pensar.

-Lo siento- gimoteé, limpiándome la nariz con el dorso de la mano mientras rompía un trozo de tela para hacer un torniquete y que su pierna dejara de sangrar.


Medicina 1
Inteligencia 7