La vuelta a la realidad.

Asentí con la cabeza, y dejé reposar el cigarrillo entre los labios mientras me desanudaba las botas y las aflojaba.

-Hmm, ¿necesitas que te cambie las vendas?- pregunté mientras desataba el cordón de la segunda bota, girando la cabeza para mirarle, y como llevaba el cigarrillo en la boca la pregunta sonó amortiguada.

Sonreí y ladeé la cabeza ante su pregunta. -Claro. -respondí.

Me descolgué el rifle dejándolo en la cama y comencé a desabrocharme el chaleco, mirándola.

Alargué un brazo para pillar el asa del botiquín y acercármelo, y abrí la cremallera. Le di una última calada al cigarrillo, lo apagué, y fui a lavarme primero las manos. Cuando volví se estaba quitando la camiseta con cuidado, y le ayudé para que no moviera demasiado el brazo del lado en el que tenía los puntos. Me entretuve quitándole el vendaje y tuve cuidado con tirar demasiado en el trozo que tenía pegado a la herida. Me acerqué para evaluar el estado de los puntos y rocé la piel de alrededor con las yemas de los dedos..

-Parece que va bien. ¿Qué opina usted, doctor?- bromeé.

Encogí ligeramente el estómago al notar las yemas de sus dedos y dejé escapar el aire de mis pulmones con suavidad. Bajé la mirada hasta su mano y seguidamente la levanté hasta sus ojos mientras escuchaba su pregunta.

-Opino que con enfermeras así voy a tener que dejar que me hieran más a menudo.

Bajé la vista, sonriendo y mordiéndome el labio mientras me separaba y cogía el rollo de vendas para dejarlo sobre la cama. Desde luego, no esperaba semejante respuesta. Cogí una gasa y la empapé de líquido cicatrizante para hacerle una cura antes de volver a vendar. Pasé con cuidado la gasa dando suaves toques por las tres heridas. Luego abrí el plástico que contenía el vendaje.

Sonreí y alcé los brazos lentamente al ver su reacción.

Dejé que me vendara en silencio y los bajé cuando finalizó.

-¿Tú no tienes heridas que necesitas vendar? -pregunté con media sonrisa. -Un nuevo Yemen o algo por el estilo.

Sonreí de lado mientras cogía las vendas viejas y la gasa que había utilizado para tirarlas.

-No. Siento decepcionarte, pero gracias a ti, salí entera de la planta hidráulica.

-No hay mal que por bien no venga. -respondí. -Ya te veré otro día sin camisa. -respondí.

Bajé la mirada y me ajusté las vendas con cuidado y suavidad. La herida había sanado bien y apenas me dolía aunque me moviera de forma brusca.

-Aaahh, ¿eso es lo que quieres?- pregunté, haciéndome la inocente, y me llevé una mano al pecho, sentándome de nuevo- Yo que pensaba que te importaba mi integridad física.

Asentí. -A lo mejor solo quiero comprobar si tienes indicios de cáncer de mama. -respondí.

Bajé la mirada hasta su camisa y la observé durante unos segundos. Volví a levantar la mirada mordiéndome el labio inferior.

-Soy un médico responsable.

Me eché a reír por semejante burrada.

-No ligas muy a menudo, ¿eh?

Me mordí el labio cuando él lo hizo.

Extendí la mano poco a poco y negué lentamente hasta que apoyé la misma en su muslo.

-La verdad es que soy de hacer más la guerra que el amor. -respondí volviendo a bajar la mirada hasta su pecho, esta vez sin disimulo. Me pasé la lengua por los labios con suavidad.

Puse una mano sobre la que me acariciaba el muslo y con tres dedos de la otra aferré su mentón y levanté su cara.

-Pues hazme la guerra.

Me mordí el labio inferior con fuerza cuando me dijo eso. Noté cómo mi cuerpo se encendía y el corazón empezaba a latirme con fuerza. Dejé escapar el aire por la nariz con fuerza y me lancé sobre ella tumbándola en la cama conmigo encima. La besé con ímpetu mientras mi mano agarraba y apretaba con fuerza uno de sus pechos. Sentía un cosquilleo en el bajo vientre que me daba una necesidad animal por poseerla.

Respondí a su beso de la misma forma y rodeé su cuello con un brazo para clavar los dedos en su hombro. Jadeé por el contacto y la presión de su cuerpo sobre el mío. Atrapé la mano con la que me agarraba un pecho para apretarla y sentirlo más. Con una pierna le pegué más a mí, y bajé la mano de mi busto a su cinturón para deshacerme de él.

Levanté su camisa con fuerza, tirando de ella hasta liberar sus pechos. Dejé escapar el aire entre mis dientes como lobo viendo al cordero, me pasé la lengua por los mismos y hundí la cabeza entre ellos propinando mordiscos y chupetones.

Noté su mano en mi cinturon y alcé un poco más la cintura para ponérselo más fácil. Mis manos se entretuvieron con los pantalones, las mismas no se decidían entre desabrocharlos o estimularla a través de la ropa y se turnaban para hacer ambas cosas.

Hacía tanto tiempo que nadie me tocaba que me encendí rápidamente. Enterré las manos en su pelo mientras prestaba atención a mis pechos y moví la pelvis al notar sus caricias. Entonces me deshice yo misma de los botones de mi pantalón con un gesto apremiante, entre jadeos y suspiros. Di tirones en las botas con los pies para acabar de quitármelas, y cayeron con dos golpes sordos en el suelo, dando gracias a que se me había ocurrido desatar los cordones y aflojarlas para estar simplemente más cómoda.

Sujeté sus pantalones y tiré con fuerza de ellos intentando quitárselos cuanto antes. Los eché a un lado y me incliné, besando la parte interna de su muslo y pasando la lengua y ejerciendo presión con la misma cuando pasé por su ropa interior. Llegué a su ombligo y lo mordí antes de alzarme sobre las rodillas.

La miré durante unos segundos, con hambre. Notaba que el cosquilleo en el bajo vientre iba a mayor y cómo la erección me mataba al estar atrapada por el pantalón. Me quité las botas y los pantalones lo más rápido que pude para volverme a colocar sobre ella. La besé de forma animal y sujeté su labio con mis dientes, tirando de él. Mientras tanto mi mano agarraba y apretaba su pecho con bastante fuerza, moviéndolo en circulos y manoseándolo. Me separé lo justo para mirarla de cerca.a

-Te voy a follar hasta que no puedas salir de la cama. -le dije con voz ronca.

Le miraba con los ojos entornados y la boca entreabierta, y sentí un fuerte cosquilleo bajo el ombligo cuando me dijo lo que pensaba hacerme.

-Pues no me hagas esperar- susurré entre jadeos mientras colaba una mano entre los bóxers y su piel agarraba con fuerza su polla.

No hizo más que empeorar la situación metiendo la mano en mis boxers. Dejé que fuera ella misma quien me la sacara, le abrí las piernas y me coloqué en medio.

Aparté lo justo su tanga y la penetré despacio para llegar hasta el final. Noté su calor y como el cosquilleo de mi bajo vientre pasaba a mi miembro. Resoplé por el placer y la miré. Apoyé una mano en el cabezal de la cama y le di una embestida seca emitiendo un fuerte gruñido. La cama golpeó contra la pared a la par que sentía una ola de placer.

- ¡Ah!- gemí de forma rota, y levanté los brazos para agarrarme al cabezal.

Estaba mojada como una perra, y tan jodidamente cachonda que no hizo falta estimulación previa para que me humedeciera. Puse una mano en su costado y levanté la cabeza con las próximas embestidas, clavando las uñas y mordiéndome el labio para evitar gritar. No por mí, sino por que los demás no lo oyeran, o al menos, no todo.

Me incline hacia ella y usé la mano libre para tapar su boca, mirándola de cerca.

-Shh, perra. Te voy a romper-le musité con los dientes apretados.

Volví a echarme hacia atrás y la miré mientras mi pecho subía y bajaba. Sujeté con fuerza el cabezal de la cama y comencé a embestirla de forma bruta originando que su cuerpo se hundiera en la cama y la misma crujiera a cada vez. Me invadía un instinto animal con ella, la necesidad de descargarlo todo, de llevarla al limite.

Le miré con ojos hambrientos y desafiantes cuando me habló, y cerré los ojos con fuerza cuando volvió a penetrarme. Los gemidos eran amortiguados por la mano sobre mi boca, y mientras agarraba su muñeca y clavaba las uñas con cada embestida. Desde luego, no iba a delatarnos mis gemidos, pero el continuo quejido de los muelles de la cama era incapaz de disimularse. Me llevé uno de sus dedos a la boca y lo chupé, succionando y mirándole a los ojos, soltando el aire de los fuertes suspiros por la nariz.

Observé y noté como me chupaba el dedo y fruncí el ceño lentamente mientras me mordía el labio.

Me separé y sujeté su cadera dando un fuerte tirón para colocarla de lado cual muñeca de trapo. Me coloqué detrás de ella y me tomé mis segundos para observar cómo le quedaba el tanga, seguidamente se lo aparté para penetrarla. Volví a hacerlo con suavidad.

Sujeté su muslo y lo levanté mientras con la mano libre volvía a tapar su boca. Acerqué mi boca a su oído.

-Te voy a destrozar, perra. -le gruñí antes de meter dos de mis dedos en su boca. Seguidamente la embestí soltando una mezcla de grito, gruñido y gemido por la fuerza utilizada. Apartir de ahí tomé un ritmo animal y bruto. Quien no se hubiera enterado de que follabamos ya lo habría hecho ahora.

Solté su muslo y pasé la mano por delante de su cuerpo hasta su clitoris el cual comencé a estimular con rapidez y presión firme.

Solté un gruñido cuando me puso de lado con tanta facilidad, y arqueé la espalda cuando volvió a penetrarme, llevando una mano a su nuca. No sabía por qué, pero cada vez que me llamaba perra me ponía más a cien. Lamí sus dedos y pronto un hilo de saliva se escapó de la comisura de mi boca. El ritmo de las sacudidas me hacía jadear muy rápido, aunque sin gritar, y cuando comenzó a acariciarme entre las piernas, mi cuerpo empezó a vibrar, a temblar de puro placer. No tardé en sentir las oleadas de placer que provocaban los orgasmos.