La vuelta a la realidad.

Solté un fuerte gemido cuando me penetró, y otro, y otro más antes de intentar contenerlos en mi garganta.

- ¡Ah! Cabrón...- gruñí de forma rota.

Levanté el rostro cuando me agarró del pelo y solté otro gemido cuando me dio un azote.

-Tienes las piernas muy largas, no me jodas- siseé.

Le di otro tirón del pelo cuando se quejó. -Tu levántalo. -respondí.

La azoté con la misma fuerza en la nalga opuesta y continué embistiéndola con fuerza. A veces tiraba de ella hacia mi para que ambos cuerpos chocaran y generar una penetración mayor. Otras, en vez de una vez penetrada volver a hacerlo continuaba empujando como si quisiera llegar al fondo de su ser. Gemía con fuerza y cada embestida originaba que expulsara el aire de mi cuerpo por la fuerza ejercida. Notaba los músculos cada vez más tensos pero nada podía detenerme llegado a ese punto de no retorno. Quería romperla e iba a hacerlo.

-Me voy a pasar el día follándote hasta que pidas parar.

Levanté el trasero todo lo que pude, que tampoco era mucho. Lanzaba grandes bocanadas de aire con cada embestida. Giré la cabeza todo lo que me permitía el pelo en tensión. Sonreía y me relamía.

-Entonces no vamos a acabar nunca- dije con voz ronca.

Continué con el vaivén de caderas durante unos minutos más hasta que noté que llegaba al orgasmo. La embestí hasta el limite como la vez anterior y me separé en el último momento. Apoyé la mano en su trasero y la empujé a un lado tumbándome boca arriba en la cama mientras volvía a agarrarme el miembro y masturbarme.

Gruñí y emití una serie de suspiros entrecortados mientras poco a poco llegaba al climax. Sin separar la mirada de ella en ningún momento continué masturbándome.

Sonreí con malicia, y me incliné, levantándome hasta quedarme sentada con las rodillas dobladas en la cama frente a él, con la espalda arqueada, las manos apoyadas en la colcha y la boca entreabierta, sin romper en ningún momento el contacto visual con sus ojos, ni la sonrisa, mientras se corría en parte sobre mi boca, en parte en la cara.

-Te voy a dejar seco antes de que tenga que pedirte que pares...- me burlé, antes de levantarme para ir a limpiarme la cara al baño.

Sonreí al ver la postura que adoptaba y encaré el miembro hacia su cara. Gruñí y arqueé la espalda al correrme para finalmente dejar caer el peso al acabar. Llené mis pulmones de aire y suspiré mirándola.

-No te preocupes que siempre llevo munición de sobra. -le respondí mientras seguía con la mirada el vaivén de sus caderas adornadas con el tanga.

-Fanfarrón- sonreí mientras entraba en el baño y me lavaba la cara. A pesar del pelo revuelto y el sudor, ya tenía mejor aspecto.

Cuando volví a la habitación cogí la chaqueta de Jacques y me la puse encima. Me estaba los suficientemente grande como para cubrirme medio muslo.

-Ahora vuelvo- le dije, y salí de la habitación descalza y de puntillas.

Bajé las escaleras sin cruzarme con nadie y pasé por el salón con sigilo.

- ¿En serio? ¿Ahora intentas no hacer ruido?- preguntó Pam en su habitual tono jocoso, cruzada de brazos.

Me mordí los labios por dentro y sonreí.

-Que te den- le espeté, y me metí en la cocina para coger una botella de agua y volver a salir.

Entonces Pam me hizo un gesto obsceno y muy gráfico.

-Dale caña, nena- se mordió el labio e hizo otro gesto azotando el aire-. Por la vieja Pam.

Intentaba no partirme de risa cuando regresé a la habitación.

-Sí, se ha oído todo- dije, abriendo la botella, y le di un trago.

La seguí con la mirada hasta que salió de la habitación. Me arrastré por la cama hasta sacar la cajetilla de tabaco de mi chaleco y encenderme uno. Fumé en silencio mirando al techo hasta que volvió.

-Era de esperar. Gritas como cerdo en el matadero. -le respondí jocoso.

Puse la uña de un dedo en la yema del pulgar y acerqué la mano a su frente para darle un toque rápido y seco, de los que picaban, como respuesta.

-Mira quién habla- gruñí, y me quité la chaqueta de Jacques antes de tumbarme en la cama.

Fruncí el ceño y arrugué los labios ante el golpe, seguidamente me froté la zona donde me había golpeado.

Le di una palmada en el trasero cuando se empezó a tumbar en la cama y volví a mirar al techo. -Bueno, que digan lo que quieran.

Tema cerrado.