In the kitchen

Dejé en remojo en una palangana la ropa manchada de sangre. Ya frotaría cuando tuviera más fuerza en la mano herida, así que después de fumar como un carretero acabé por quedarme dormida escuchando un CD de Guns n' Roses. Cuando desperté ya era de noche, muy de noche, y los cortes del brazo y la mano me escocían como si ardieran. Decidí bajar a comer algo, puesto que no había probado bocado desde el almuerzo de la mañana. Bajé las escaleras aún algo somnolienta, andando con pasos pesados. Debía ser muy tarde, porque no se oía el menor ruido ni había nadie rondando por el salón. Abrí la puerta de la cocina.

El encapuchado silbaba la misma alegre melodía mientras removía la cazuela. Olía a curry. Su gato, Binky permanecía de pie en la encimera mirando lo que su amo removía con curiosidad, moviendo el rabo de lado a lado con suavidad.

Junto al gato reposaba un libro de recetas abierto por la página del curry y a su lado permanecía el libro Mort abierto con el marcapáginas puesto.

-NO SEAS IMPACIENTE, BINKY. YA CASI ESTÁ.

-¡Joder!- exclamé sin gritar, de forma contenida, pero el susto no había sido suave.

Me había sujetado al marco de la puerta con la mano derecha, y las heridas me tiraron y dolieron. La retiré y entré en la cocina cerrando tras de mí, a paso rápido y caminando de lado para ponerme detrás de la barra americana. Lo más lejos de su alcance que podía.

- ¿Qué...? ¿Qué haces aquí?

El encapuchado se giró y se llevó una mano al pecho.

-ME HAS DADO UN SUSTO DE MUERTE. -dijo antes de reír con suavidad por el contexto de la frase. -ES BROMA, ES BROMA.

Señalo a la mesa a la par que se llevaba el cucharon bajo la capucha y se escuchaba cómo daba un sorbo. -HMM. SIÉNTATE, YA ESTÁ CASI LISTO.

Estaba boquiabierta, asustada y confusa. Me froté los ojos con la mano sana, pero seguía ahí cuando los volví a abrir. Me senté en un taburete con las manos temblorosas sin quitarle el ojo de encima. Me pregunté si ese gato estaba muerto también. Fui incapaz de articular palabra.

El encapuchado tomó dos cuencos y los llenó de curry. -BRRR, ME ENCANTA. -murmuró al olerlo.

Se acercó a la barra americana y colocó un cuenco frente a la mujer. -PRUEBALO. ME SALE DE MUERTE, TE LO ASEGURO. -dijo antes de soltar otra suave risa. El gato se acercó al cuenco del encapuchado y metió la cabeza en él empezando a lamer su contenido. Su dueño se limitó a tomar una cucharada y meterla debajo de su capucha.

El chiste sobre la muerte no ayudaba mucho. Cerré la boca y miré el cuenco antes de volver a mirar al encapuchado. No sabía dónde estaban los ojos, ni si tenía ojos. Tragué saliva y volví a poner los ojos sobre el cuenco. Lo cierto era que tenía hambre, y para eso había ido a la cocina. Cogí la cuchara, vacilante, y me llevé un trozo de carne al curry a la boca. Mastiqué, tragué y me sorprendió que estuviera tan bueno.

-Está... bueno- le dije, pues parecía esperar a que dijera algo-. Está muy bueno...

El encapuchado la miró y ladeó la cabeza mientras Binky tirada de un trozo de carne del plato, intentando sacarlo.

-TE LO DIJE. YO NUNCA MIENTO. -respondió.

El ser bajó la cabeza y miró su plato volviendo a tomar otra cucharada.

Me di cuenta de que estaba conteniendo la respiración cuando empezaron a dolerme los hombros de lo tensa que estaba. Los bajé lentamente y seguí comiendo en silencio unos minutos.

- ¿Por qué estás aquí..., Muerte?

Era de locos. Tenía que estar soñando.

-PORQUE QUERÍA PREPARAR CURRY. -respondió.

El gato por fin consiguió sacar el trozo de carne del plato del encapuchado y comenzó a mordisquearlo sobre la barra. El encapuchado simplemente se limitaba a comer cucharada tras cucharada.

Me mordí el labio al tiempo que tragaba saliva. Maldita la hora en la que había decidido bajar a comer algo.

-No eres... Un sueño... ¿Verdad?- pregunté.

-LA VERDAD ES QUE SOY LA ÚNICA REALIDAD VERDADERA EN TU MUNDO. -respondió mientras alzaba la miraba, removiendo lentamente el cuenco.

Seguí comiendo en silencio. Todo lo que decía me resultaba críptico y parte de un enigma que era incapaz de resolver.

- ¿Nos... hemos visto más veces?- me atreví finalmente a preguntar- ¿A parte de en Yemen y en el hospital esta mañana?

El hombre se encogió de hombro. -QUIEN SABE. -respondió. -VEO A MUCHAS PERSONAS, AUNQUE CADA VEZ MENOS.

El encapuchado tomó otra cucharada y se la llevó a la boca despacio.

Era como hablar con una pared y darse de bruces contra ella, pero su voz seguía retumbando en los oídos. Fruncí el ceño y los labios.

-No voy a permitir que te lleves a ningún miembro de este refugio- le dije-. Ni a Jacques, ni a nadie.

El encapuchado dejó caer la cuchara que chocó contra el plato y bajó la cabeza, riendo en silecnio.

Alzó la mirada, apoyo un codo en la mesa y la cabeza en el puño, mirando a la mujer. -Y DIME. ¿CÓMO PIENSAS DETENERME SI ESA ES MI INTENCIÓN?

-Si le pasa algo a cualquiera, los salvaré. Jacques los salvará de ti, y yo cuidaré de él, y de todos. No voy a dejar a nadie en tus... manos...

El encapuchado ladeó la cabeza observando a la mujer. -NOMBRAS MÁS AL SOLDADO QUE A CUALQUIER OTRO DE ESTE REFUGIO. ¿QUÉ OCURRE CON ÉL? -preguntó con suma curiosidad.

-Es médico y lo sabes. Y le amenazaste delante de mí y de Vi- respondí-. Le necesito aquí. Le necesito vivo. Todos le necesitamos.

El hombre echó la cabeza hacia atrás intentando hacer memoria. Aún así nada se adivinaba bajo su capucha.

-AH, YA LO RECUERDO. LE DIJE QUE SERÍA UN BUEN DÍA EL DÍA QUE LO RECOGIERA A ÉL. NO QUE FUERA A ACABAR YO CON SU VIDA. -respondió. -Y HASTA DONDE SÉ. -dijo bajando la mirada hasta la mujer. -ES ÉL QUIEN HA ESTADO CUIDANDO DE TI Y NO VICEVERSA, ¿NO? PUEDE QUE SE TE ESTÉN QUEDANDO GRANDES TUS PALABRAS, QUERIDA.

Apreté los dientes y preferí dejar de seguir tentando a la suerte. Empujé el cuenco de delante de mí, vacío.

-Gracias por la comida- dije, y me levanté. Me temblaban las piernas.

El encapuchado asintió y empujó el cuenco hacia Binky el cual no tardó en meter la cabeza en él.

-HA SIDO UN PLACER, INDHIRA.

Le eché un último vistazo antes de salir de la cocina y me quedé con la espalda apoyada en la madera un momento, llevándome una mano a la boca, temblando y con la respiración acelerada. Estaba en el refugio. Había salido del hospital. Podía estar en cualquier parte, cuando quisiera. ¿No se suponía que la muerte era invisible?

Tuve que salir a tomar el aire.

Tema cerrado.