Supervivencia del más fuerte

-Cuando nuestra Vi acabe con sus combinados caseros. Ya tengo mis cosas en el coche.

Pasé la pierna por encima del banco en la dirección opuesta para apoyar la espalda y los codos en la madera de la mesa. Le di las dos últimas caladas al cigarrillo y lo lancé unos metros para que se apagara. Estiré las piernas y las crucé.

Miré a Vi y seguidamente volví a mirar a Indhira. Asentí y tiré de la mochila atrayéndola hacia mi.

-Por cierto. ¿Tú dónde duermes? -pregunté por curiosidad. No la había visto nunca dormir con el resto.

Entreabrí los labios y sonreí.

-Esta casa es de mis padres- le expliqué-. Desde el principio me he quedado en la habitación que tenía de pequeña. Y ahí me he quedado. Pam duerme en la de mis padres.

-Cuanto lujo. -respondí frotándome la barba.

-Yo duermo con una tal Joanna dando la chapa noche si, noche también.

Solté una carcajada.

-Necesitábamos camas suficientes. No había huevos a mover la mía o la de mis padres. Así que Pam y yo lo decidimos así- giré la cabeza-. Vas a tener que seguir durmiendo con la plebe- bromeé.

Terminé de colocar los explosivos con cuidado dentro de la mochila. Todo en un orden para el momento de utilizarlos. Cuatro bombas caseras había hecho al final. No estaba mal.
Me levanté de la caja de plástico duro donde había estado todo este rato sentada, y sujetando el asa de la mochila (que ahora pesaba bastante más) eché a andar hasta quedarme al lado de mis compañeros.
-Estoy lista.- sonreí de lado.

Alcé la ceja lentamente. -Si quieres te ayudo yo a mover la cama si tanto te preocupa la ''plebe''. -me ofrecí, divertido.

Solté una carcajada. Entonces llegó Vi, y me levanté.

-Bien, pues vámonos ya. ¡Ben, ábrenos la puerta!- le dije al muchacho mientras nos dirigíamos al coche.

Me hice una coleta antes de subir, y me puse el casco, que estaba sobre el asiento del piloto. Me colgué el arma de un hombro, sujetando la culata con las piernas y dejé la mochila a los pies de Jacques.

-Quiero tenerla a mano- le dije.

Entré al coche y coloqué el rifle entre mis piernas, como de costumbre. Las abrí un poco cuando Indhira dejó su mochila y asentí a sus palabras. Bajé la ventanilla y di dos suaves palmadas a la chapa del coche indicando que estábamos listos.

Me subí en el coche y respiré hondo. Había limpitado mi bate pero aun así quedaban marcas de sangre negra que no se iba ni con aguarras.
Después de los golpes en la chapa producidos por Jacques, nos pusimos en marcha.

Esperaba que esta vez fuera más tranquilo que el día anterior.

Tema cerrado.