La vuelta de la patrulla

-La vida de tu hijo está en riesgo desde que lo concebiste- respondí, tajante. Podía ser paciente con todo el mundo, pero esa mujer me agotaba el aguante.- Cierra ese piquito de oro que tienes. Todo el mundo sabe que yo también era militar, y aquí me ves. Estamos aquí para ayudar a la gente, no para discriminarla.

-Bien, perfecto. ¡Ayudemos a todo el mundo hasta que se nos venga encima!- exclamó enfadada, se volvió a mirarme y se acercó a mi cara. Yo di un respingo, mirándola -Te voy a estar vigilando, a ti y a tu amigo militar- dicho esto pasó por al lado de Indhira, con las manos en su barriga, sujetándola por el peso, y finalmente se marchó por la puerta. Yo seguí comiendo. Tenía ganas de terminar y descansar, empezaba a notar ya las ojeras, y mi cuerpo me estaba pidiendo dormir.
-Gracias- le dije a Indhira -De verdad- nos había llevado a un refugio protegido, con comida, y sobre todo ella lo había dicho. Estaban ahí para ayudar a la gente, no para discriminarla.

Otra que se merecía una colleja, casi tanto o más que Barry. Había discutido unas cuantas veces con Pam por su culpa. ¿Qué íbamos a hacer con un bebé nosotros?

-No hay de qué- dije, y me senté frente a ella-. ¿Te encuentras mejor?

-Si- dije a la vez que asentía con la cabeza -En cuanto termine limpiaré el desastre que he hecho en el coche, lo siento mucho, que verguenza... - negué con la cabeza mirando mi plato. -Lo dejaré como nuevo.

Sonreí de lado y apoyé un codo en la barra americana.

-Pam querrá saber en qué puedes colaborar. Incluso esa egocéntrica de Mary tiene que trabajar para estar aquí.

-Supongo que el nivel de paranoia debe aumentar si estas embarazada- no la defendía ni mucho menos, pero me convenía más pensar eso que que tuviese algo personal en contra de Jacquen, o de mi, o de cualquier nuevo que pudiese llegar. Esperaba poder ayudar, la miré con ganas de preguntarle que si me podrían enseñar a disparar, no me atrevía demasiado a acercarme a esas criaturas con un bate de baseball, y en realidad nunca había estado totalmente cerca de una, cara a cara. Ni siquiera lo había usado contra una persona.

-Yo creo que viene de fábrica- respondí- ¿Os conocíais?- pregunté por mera curiosidad- Jacques y tú.

Fumaba tranquilo y en silencio sentando en el árbol. De vez en cuando alguien pasaba junto a mi para entrar a la casa y notaba su mirada en mi hasta que lo perdía de vista. Me resultaba casi gracioso que por el hecho de llegar con un uniforme dejara de ser persona y fuera casi uno de esos monstruos a los que vigilar.

Negué con la cabeza.
-Nos encontramos en el centro comercial, ambos estabamos solos.- le expliqué. Dejé la cuchara dentro del plato hondo, ya vacío. ¿Tendrían agua para fregar los platos? ¿Sino como lo hacían? -Él compartió su comida conmigo, y su agua.- observaba el plato -Me gusta Jacques.

Sonreí, y me levanté.

-No te acerques mucho a Mary- le dije-. Puede contagiarte la pedantería. Te veo luego.

Me levanté yo también.
-¿Me enseñas donde guardáis las cosas para limpiar el coche?- pregunté inmediatamente antes de que se fuera.

-Ah, claro- respondí.

La llevé fuera, a un cobertizo de madera que teníamos en la parte trasera. Ahí guardábamos trastos, productos de limpieza... Vi a Jacques sentado en un árbol y guié a la chica.

-Ahí tienes lejía, esponjas y jabón. El pozo está ahí detrás, pero no uses mucha agua. Si lo puedes limpiar en seco, mejor.

-Gracias- dije mirando en la estantería todo lo que tenían. Indhira se marchó, dejándome a solas con mis pensamientos. Podía lavar en seco, si, juntando un par de productos conseguiría un preparado que quitaría ese maldito olor a podrido.
Cogí un bote vacio de plastico y desenroqué el tapón. No tenía etiqueta, pero por el olor dentro había llevado jabón. Me senté en unas cajas, fuera del cobertizo, y mezclé unos cuantos productos para hacer el preparado que necesitaba.

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Inteligencia 9 + Quimica 3

El miembro 'Vanelope' ha efectuado la acción siguiente: Dados lanzados:

'd10' : 3, 4, 8

Observé a las dos chicas salir y las seguí con la mirada mientras me llevaba el cigarro a la boca. Las dos hacían un contraste bastante raro y peculiar. Sujeté el cigarrillo con la boca y me froté la barba mientras las miraba para luego observar a mi alrededor.

El sitio de por si no estaba mal, la gente parecía algo capulla, pero no estaba mal.

Metí las manos en los bolsillos traseros del pantalón mientras andaba y me acerqué al médico. Aún no se había encendido el cigarrillo, así que saqué mi cajetilla y le di unos toquecitos para hacer salir un par de pitillos. Le tendí la cajetilla para que cogiera el que le había robado en el coche.

El preparado había salido bien, quizás algo líquido, pero seriviría. Fui hacia el coche y abrí las puertas para ventirlarlo antes de ponerme a limpiar.
Ni para ponerme a la faena con un trapo y el preparado que había hecho me quitaba la mochila. Mientras limpiaba me invadían las ganas de ir a descansar, enchufar mi teléfono, y poder ver las fotos... Estaba agotada, pero me quedaría más tranquila después de haber limpiado el estropicio.

Extendí la palma en señal de que no hacia falta y me encendí el cigarro. La miré y cerré el zippo. -No te preocupes.

Di una profunda calada y expulsé el humo con suavidad observando a Vanelope mezclar los químicos. Me humedecí los labios y recoloqué la correa de mi rifle en el hombro.

Me encogí de hombros, cogí un cigarrillo y me guardé la cajetilla en el bolsillo de la chaqueta de cuero a la vez que me llevaba el pitillo a los labios. Lo encendí y disfruté de la primera calada.

-Mañana a primera hora saldremos a buscar recursos- le dije-. Os estrenaréis- miré hacia la chica, en el coche-. Los dos.



Por la noche hice la primera ronda de vigilancia. Quería estar fresca para salir por la mañana y con los sentidos despiertos y a punto. Y así fue. La noche fue tranquila y antes de salir el sol ya estaba levantada y vestida. Tras un desayuno decente, nos pusimos en marcha. Lo cierto era que Vi había hecho un buen trabajo limpiando el Jeep, y hasta olía a lavanda, pero había un punto de amoniaco bastante asfixiante. Mantuve la ventana abierta a pesar del fresco que hacía a esa hora.

Apenas pude dormir como de costumbre. Cada vez que cerraba los ojos escuchaba el fuerte e intermitente ruido de las aspas de un helicóptero girar y el de una turbina perdiendo potencia. Me levanté temprano y desayuné poco.

Me había sentado en el asiento del copiloto con el rifle entre las piernas. El día anterior había sacado el paquete de M&M que traía la MRE. Abrí un bolsillo de la chaqueta y tomé el paquetito, tendiéndolo hacia atrás sin mirar. El chocolate animaba y era algo que escaseaba bastante.

Después de limpiar el coche había conseguido un enchufe donde cargar mi teléfono, y al final me quedé mirando las fotos en la cama. A esas horas no había nadie, excepto una chica bastante joven al fondo que no había parado de llorar todo el tiempo. Me hubiese gustado acercarme a ella y preguntarle que le pasaba, pero quedó solo en un pensamiento y un impulso reprimido.

Ver las fotos me había hecho feliz, recordar esos momentos, me sentía ridicula acariciando la pantalla, la cara de mi abuelo, como si de verdad lo estuviera haciendo de verdad... pero consolaba. La verdad era que consolaba.


A la mañana siguiente después de desayunar y tras algunas miradas de Mary y otros dos hombres, salí junto a Jacques hacia el coche donde ya estaba Indhira. Jacques se sentó delante, y yo abrí la puerta de atrás y entré.

-Buenos días- saludé a la mujer. Acepté el chocolate que Jacques me tendió -Gracias- le sonreí antes de llevármelo a la boca. Nunca había sido muy amante del chocolate, pero es que el cuerpo ahora lo pedía más que nunca.

Sonreí a la chica cuando entró al coche sin mostrar los dientes y encendí el motor para salir de allí. Barry esperaba en la puerta con cara de pocos amigos para cerrar cuando nos marcháramos. Por el retrovisor vi salir dos coches más detrás de nosotros, y nos siguieron durante un tramo hasta que la carretera se bifurcó. Cuando el asfalto dejó de serpentear por la montaña metí una mano en el bolsillo de la chaqueta y me saqué un cigarrillo para llevármelo a la boca. Dejé el paquete de tabaco debajo de la radio por si Jacques quería uno.

- ¿Me das fuego?- le pregunté sin separar los labios.

Tras salir del refugio tomamos rumbo por la carretera. Tardé poco en abrir la ventanilla y apoyar el codo en ella y la sien en la mano. Deshice la postura ante la pregunta de la mujer. Saqué el mechero y de paso mi cajetilla, llevándome un cigarro a la boca. Me lo encendí y tendí el zippo aún encendido hacia ella, acercándolo a su cigarro.

-¿A dónde vamos?

-Gracias- dije, di una calada y lo cogí con la mano izquierda-. A buscar medicinas- le respondí-. Por eso vienes conmigo.

Le di una calada al cigarrillo.

Me quedé mirando por la ventanilla el paisaje desolado. Tenía el codo apoyado en el borde de la ventana, que estaba cerrada, cuando de golpe se escuchó un disparo y un fuerte golpe en la parte trasera, después otro y la rueda se pinchó.
-¡JODER!- exclamé cuando empezamos a hacer eses.