La vuelta de la patrulla

Apoyé una mano en su hombro y di unas mas que suaves palmadas. -Estoy bien, estoy bien, tranquila. -respondí. -Sigo siendo soldado aún estando tan inactivo por suerte.

Caminé junto a ella hasta que entramos a la casa. Miré a mi alrededor y caminé hasta la cocina.

-He dejado el otro vaso por ahí tirado- dije recordando -Iré a recogerlo- le avisé. Me di la vuelta y volví a salir. Caminé mirando al suelo, buscando, y encontré el vaso de plástico en el suelo con una mancha de mojado en el suelo. Lo cogí y volví a la casa.

Justo cuando yo iba a entrar en la cocina, Jacques salía. Yo me apoyé en el marco de la puerta para dejarlo pasar, así que quedó justo delante de mi.
Escuché la madera crujir y vi que Joanna estaba ahí, con la boca abierta en forma de sonrisa mientras nos miraba. Rió de forma aguda, tapándose la boca y despareció por la esquina. ¿Pero qué le pasaba a esa chica ahora? Miré a Jacques. "Aah..." pensé interiormente al imaginar lo que ella se había imaginado.

Salí de la cocina frotándome la barba. Alcé la mirada al escuchar pasos en las escaleras pero no vi nada. Me encogí de hombros y fui hasta el sofá del salón en el cual me senté pesadamente.

Resoplé y apoyé la nuca en el respaldo del sillón, mirando el techo.

Dejé el vaso aun dandole vueltas a la reacción de Joanna. Cogí un paño, lo mojé, y fui salón.
-Déjame ver- me senté en el sofá a su lado y le puse el paño sobre las heridas. Le limpié en silencio hasta que no dejé marcas de sangre. Eran heridas superficiales todo por suerte. -Hey- sonreí -Pues parece que estás bastante bien.- le animé.

Cerré un ojo cuando noté cómo me limpiaba las heridas de la cara.

La miré y sonreí de medio lado ante sus palabras. Supuse que eso sería la reacción que esperaría.

-Estoy bien, estoy bien. -respondí.

Lo que se me pasaba por la cabeza era cual sería la reacción de Pam. Por suerte tenía a Vanelope de testigo y era de sentido común que no iba a meterme en una pelea yo solo contra cuatro por las buenas.

Me levanté de la mesa y me estiré. Bostecé tapándome la boca con la mano.
-Voy a dormir ya. Deberías hacer lo mismo

La observé levantarse y asentí. Seguramente me iba a quedar despierto hasta que el uniforme se secara. No iba a correr el riesgo de que me lo robaran o desapareciera.

-Ahora subiré. Descansa.

Me despertaron tres disparos. Uno... Dos... Tres... Cortos, secos y sin vacilar. Abrí los ojos de golpe, dando un respingo con todo el cuerpo. Tenía el pulso acelerado, y los auriculares puestos con la música. Miré por la ventana de la habitación y estaba oscuro. Había estado durmiendo casi todo el día. Me quité los auriculares y apagué el reproductor. Entonces oí que llamaban a la puerta a golpes. Tres golpes. Pestañeé y me llevé una mano a la cabeza antes de levantarme. Cuando abrí, vi a Ben, blanco como la pared y la frente perlada de sudor.

-Ben, qué ha pasado- pregunté, alarmada. Tenía un golpe en la cara que se le estaba amoratando-. Ben, qué has hecho.

-Yo... sólo queríamos darle un susto. Sólo asustarle un poco. Pero se les ha ido de las manos, y... Y...

Lo agarré del cuello de la camiseta y tiré hacia mí.

-Qué... has... hecho...- dije con los dientes apretados, colmando mi paciencia, y remarcando cada palabra.


Bajé las escaleras a todo correr y me encontré con Jacques, que levantaba la vista. Ben iba detrás de mí, con la cabeza gacha y claros signos de sentir la más infinita vergüenza.

-Joder...-exclamé, y me acerqué al médico. En la penumbra podía verle los golpes de la cara.

Alcé la mirada cuando Indhira se acerco y di una calada al cigarro el cual me iluminó la cara un segundo. Expulsé el humo despacio.

-Yo estoy bien, hay gente que acaba peor por pelearse en un bar. Deberías preocuparte por los otros. Usé el cuchillo. -dije volviendo a dar otra calada al cigarrillo.

-Ya me ocuparé de ellos más tarde- dije, con la voz cargada de amenaza-. Eso te lo aseguro. Ven conmigo. Aquí no veo una mierda.

Me levanté con un gruñido. No me habían llegado a provocar daño grave, pero los golpes en la cabeza al rato te aletargaban. Caminé detrás de ella hasta la cocina la cual tenía luz.

-Yo que tú haría más que eso. Ben tuvo suerte de que lo reconociera antes de atacarlo y de que llevara el arma descargada. -dije al llegar.

Apreté los dientes y tragué saliva. Luego solté aire por la nariz y abrí un armario donde había un pequeño botiquín metálico. Abrí la caja y saqué gasas.

-Ben se la está jugando, y como siga así, alguien llevará el arma cargada algún día- mascullé, y le agarré la mandíbula con suavidad para no hacerle daño, evaluando los golpes y los cortes. El de la sien era bastante feo. Empecé a limpiar la sangre seca, aunque alguien ya se había encargado de limpiarle un poco la cara. Probablemente Vi-. Joder, siento mucho todo esto- gruñí al cabo de un momento-. Panda de hipócritas mal nacidos, joder.

Alcé la cara cuando me la sujetó y fruncí el ceño cuando comenzó a ejercer presión sobre la herida. Bajé la cabeza cuando acabó y parpadeé un par de veces seguidas.

-Por Ben no te preocupes. No es que lo vaya a tener en el punto de mira en adelante. Es un niño, se lo habrán hecho creer como un juego. -respondí. -Los otros tres ya han recibido lo suyo.

-Y más recibirán cuando Pam se entere. No toleramos las agresiones aquí- respondí, y le puse un par de puntos de los que se pegan en la sien. Cogí otra gasa y la empapé con un poco de alcohol para desinfectarle el corte de la boca-. ¿Intentaban matarte?- pregunté antes de ejercer presión sobre el labio con cuidado.

Cerré el ojo cuando me colocó los puntos y apreté los labios. Esperé a que me limpiara el corte de la boca para hablar.

-Diría que no. -respondí. -Más bien una paliza para humillarme luego. Supongo que pensarían que me quedaría en el suelo después de golpearme. -finalicé mientras me llevaba la mano al hombro, rascándome el mismo.

-Supongo que eso marcará un poco la diferencia- dije. Me resultaba un alivio que no se tratase de un intento de asesinato. ¿Qué decirles a los demás de haber sido así?

Cuando se llevó una mano al hombro me percaté de la cantidad de cicatrices que tenía. Heridas de bala, cortes cicatrizados... Acaricié con las yemas de los dedos una de bala que tenía bajo una clavícula. El agujero de la bala debía ser considerable para dejarle una cicatriz así.

- ¿Irak?- pregunté.

Bajé la mirada hasta su mano cuando noté el contacto de la yema de sus dedos. Alcé la mirada la cual posé en sus ojos.

-Chechenia. -respondí. Apoyé la mano en su muñeca bajé su mano un poco hasta el pectoral, a una nueva herida de bala. -Faluya. -dije antes de bajarla un poco más hasta mi costado el cual mostraba signos de haber recibido metralla. -Irak.

Seguí con los ojos la trayectoria de mi mano por donde la guiaba. Tragué saliva mientras acariciaba las cicatrices de metralla en su costado. Entonces me di la vuelta y me levanté la camiseta para mostrarle una cicatriz que me cruzaba más de media espalda.

-Irak- dije-. México y Yemen no se ven- bromeé.

Alcé la mano lentamente y apoyé el dedo en la parte alta de su espalda, en el comienzo de la cicatriz. Bajé la mano lentamente acariciando con la yema del dedo la superficie de la misma hasta el final.

-Irak. -murmuré.

-¿Y Yemen en dónde?

Me recorrió un escalofrío. La piel tersa y pálida de la cicatriz era muy sensible y tenía cosquillas. Me mordí el labio aguantándome las ganas de removerme y reírme. Dejé la camiseta volver a su sitio y me di la vuelta señalándome el esternón con un dedo, en la parte de abajo.

-Yemen.

Bajé la mano cuando se giró. Seguí su dedo y luego la miré a los ojos. Sonreí.

-¿Y México? -pregunté.

-Cara interior del muslo izquierdo. Arteria- respondí, y apoyé la lumbar en la encimera, cruzándome de brazos.

Bajé la mirada hasta su muslo. -Debiste tener un buen sanitario. -comenté cuando mencionó la arteria. -¿Te atendieron o torniquete?

Llené los carrillos de aire y suspiré al recordarlo.

-Torniquete. Estuve a punto de perder la pierna- respondí-. Tuve mucha suerte de tener un buen médico en el equipo.

Me señalé una cicatriz algo fea en un lateral del bajo vientre.

-En Georgía. Un kalashnikov. No llevaba el equipo médico, era solo una patrulla y tuve que llenarla de tierra para no desangrarme. Tuvimos que recorrer tres kilómetros hasta el puesto fronterizo. Tuve el temor en todo momento de que me hubiera tocado el hígado.