La vuelta de la patrulla

-Vale pues- dejé de apoyarme en la barandilla y me volví a él -Enséñeme maestro- le hablé con la boca pequeña, utilizando un tono burlonamente culto.

Alcé la ceja lentamente y volví a sonreír de medio lado mirándola. Me llevé la mano a la cintura y desenfundé mi pistola. Quité el cargador y tiré de la corredera para sacar la bala de la recámara, seguidamente, se la tendí.

-Es una M9, es eficiente y fiable. 18 balas por cargador.

La cogí y la miré.
-Si- asentí escuchándole -Mi abuelo tenía una como esta.- apunté hacia delante y separé las piernas -¿Así?

Me despegué de la barandilla y me acerqué a ella. Negué. -No la cojas como las heroínas de las películas. -le dije. Sujeté sus hombros y le ladeé ligeramente el cuerpo.

-Si mantienes las dos manos totalmente extendida para usar el arma el retroceso hará que te partas la mandíbula. -le dije. Apoyé el pecho en su espalda y sujeté sus muñecas, colocando su cabeza y cuerpo en la postura idónea para disparar, seguidamente me separé. -Así. -dije.

Me puse roja cuando se pegó tanto, se me hizo eterno y no pude escuchar bien lo que me decia. Cuando me soltó las muñecas me temblaron notablemente los brazos.
-Vale... y apuntas al objetivo- me quedé en silencio unos segundos, apuntando -¿Hay algún truco para acertar en el blanco?

-Relájate. -respondí. -Suelta el aire lentamente y entonces, dispara. Relajará los nervios y hará que tu cerebro no intente correr el tiro en el último momento. -finalicé mientras me volvía a apoyar en la barandilla.

-Lo difícil no es acertar, es querer que eso pase. -le respondí.

-Bueno. Todo sea por defendernos de esos monstruos- le dije mientras le devolvía el arma -Gracias, Jacques- le di un beso en la mejilla -Sonríe más, compañero, mañana puede ser el último día.- me alejé de él -Estoy sedienta, voy a por agua, ¿Quieres?- le pregunté caminando hacia atrás.

Alcé las cejas lentamente cuando noté sus labios en mi mejilla. Intentaba animarme de alguna manera y era un detalle por su parte pero poco ánimo cabía en este mundo.

-Claro. -respondí a su invitación agua. -Trae para mi. -dije con media sonrisa.

Entré dentro de la casa a buscar agua de las botellas de habían llenado de lo que habían sacado del pozo.
Me pareció escuchar algo detrás de mi, pero al girarme no vi nada, así que seguí.

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En esos momentos Jacques escucha pasos detrás de él, cuando se gira le cubren la cara y lo agarran entre dos de pies y brazos.

Me revolví pero fue inútil. Noté que tiraban de mi y como mis pies tocaban el suelo de tierra, me llevaban al cobertizo cercano a la casa. Escuché dos voces más, eran cuatro en total.

Cuando me destaparon la cara lo primero que vi fue el puño de uno de ellos que me impactó en la cara e hizo que mi espalda golpeara contra la chapa metálica del cobertizo. El siguiente golpe lo detuve con el antebrazo y le propiné un fuerte golpe en el brazo al agresor. El mismo se separó agarrándose la zona impactada.

-¡Joder! ¡Hijo de puta! -exclamó.

Dos de sus compañeros me agarraron por los brazos y el tercero me golpeó el estómago de forma contundente. Tosí y caí sobre mis rodillas, apreté los dientes y me lancé sobre el que tenía delante propinándole un fuerte golpe con el hombro en el estómago. Noté cuatro manos agarrarme el chaleco por la espalda y separarme antes de que un rodillazo me impactara en la sien. Me tambaleé y volví a quedar de rodillas mientras todo me daba vueltas.

Iba de camino al cobertizo, la puerta estaba abierta y desde ahí no podía ver a Jacques. ¿Se habría movido? Salí y me quedé de pie delante de la puerta, miré a los dos lados.

¿Se había ido? Fruncí ligeramente el ceño.

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Mientras tanto los demás seguían pegando a Jacques, entre todos para poder contra él, ya que sino les sería imposible. Uno de ellos incluso agarra unas cadenas.
Finalmente lo acorralan contra el suelo y lo patalean.
-Esto es para ti, verde- se saca la polla y mea encima de Jacques.
-Puto militar de mierda- otro hizo lo mismo.

Noté el caliente liquido mojarme y mancharme el uniforme. Apreté los dientes con fuerza y mi respiración se aceleró poco a poco. Había tenido suficiente paciencia ya. Llevé la mano a mi hombro, donde descansaba el cuchillo de combate y lo saqué de un tirón.

Lo alcé y se lo clavé desde el suelo a uno de ellos en el pie. El hombre gritó y se apartó cojeando mientras yo me levantaba y clavaba la punta del cuchillo en la rodilla del segundo que orinaba encima. Tiré del cuchillo y la punta del mismo solo parcialmente enterrada en su carne rasgó la piel y parte de la carne, generando una pequeña salpicadura. El hombre se agarró el muslo mientras caía de espaldas. El tercero intentó sujetarme por la espalda, me giré alzando el codo y le propiné un fuerte codazo en la sien que lo hizo tambalearse. Lo sujeté de la nuca y golpeé su frente varias veces contra la chapa metálica del cobertizo hasta que dejó de moverse, inconsciente.

Observé al último, era algo bajo y no se movía. Me miraba con miedo. Caminé con paso firme y rápido hacia él y lo sujeté del cuello de la camisa hasta llevarlo contra una pared. Le quité el pasamontañas y lo miré. Movía los labios intentando hablar pero no lo conseguía. Era el sobrino de Indhira.

-¿Pero qué edad tienes? -pregunté mientras lo soltaba y le daba un empujón. -Largo de aquí. -le dije mientras el chaval echaba a correr.

Me giré y miré a los hombres, uno de ellos se arrastró hacia atrás en el suelo cuando mi mirada coincidió con la suya.

Vi una figura delgada salir del almacén, y la puerta se quedó entre abierta. Caminé con el vaso en la mano y luego fui más rápido, tirándolo al suelo.
Cuando llegué jadeando por la carrera me encontró con Jacques magullado a un lado, y tres hombres con pasamontañas, heridos, en el suelo. Removiéndose y tapándose las zonas heridas.

Me pasé la parte externa de la mano por la barbilla sujetando el cuchillo. Tanto el arma como mi mano estaban manchados de sangre. Miré a la chica.

-Vuelve dentro. No debes ver esto.

-¿Qué...?- enseguida me puse delante -No, no. Jacques, para.- le pedí -Te echarán. Y mucho peor que eso, te perderás a ti mismo si lo haces. -¡Jacques!- ponia los brazos hacia delante, mostrando las palmas con los dedos ligeramente doblados. No estaba en tensión, ni tenía miedo alguno de él. Si podía sentir algo era preocupación de lo que sería de él si lo echaban. -Necesitas estar con la gente, Jacques. Para sobrevivir. No podrás durar toda la vida solo ahí fuera.

Me detuve cuando la chica se me puso en medio. La miré un segundo e intercalé la mirada entre ella y los hombres. Poco a poco la presión de mi mandíbula se disipó y guardé el cuchillo despacio.

-Que les jodan.

Me giré y eché a andar en dirección al pozo. Quería limpiar el uniforme cuanto antes. Tenían suerte de que hubiera tenido la pistola descargada.

Miré a los hombres en el suelo un rato, con seriedad en el rostro. Tras unos segundos eché a andar detrás de Jacques. Llegó al pozo y yo caminé muy despacio para dejarlo un tiempo solo con sus pensamientos. Me detuve a distancia y me crucé de brazos, mirando hacia el almacén como esos tres salían.

Me desabroché el chaleco y lo dejé a un lado, luego la chaqueta y por último me quité la camisa. Cerca del pozo había palanganas y detergente que se solía usar para limpiar la ropa. Llené una de ellas de agua y comencé a limpiar la ropa en ella.

Frotaba la ropa con fuerza e ímpetu, descargando la ira que la chica no me había dejado sacar. Cuando acabé me dejé caer de culo y resople, mirando a la nada.

Caminé por detrás de él lentamente, pensando en que decirle.
Me quedé de pie a su espalda, y sabía que se había dado cuenta.

Volví a caminar a los segundos hasta colocarme al lado del barreño donde había metido la camiseta. La saqué del agua para ver como estaba, después volví a meterla y eché un poco más de detergente. La dejé en remojo un poco más, y ahora estaba de cuclillas delante de él. Mirándole preocupada.
-Dejemos esto en remojo mientras te curo esas heridas

Notaba como el frío me erizaba la piel. Suspiré y observé a la chica cuando se puso en mi marco de visión. Miré lo que hacia con la camisa y cómo se giraba hacia mi después.

-Solo son un par de golpes. Estoy bien. -comenté mientras alzaba la mirada al cielo. Desde que las grandes ciudades se habían quedado a oscuras y ya no había contaminación lumínica el cielo se veía por completo cada noche.

Al verle alzar la cabeza al cielo yo hice lo mismo. Habíamos tenido esta belleza encima nuestro todo el tiempo, pero con todas las cosas que nos habían ocurrido, había resultado difícil para la gente despegar la mirada del suelo.

Estuvimos un rato así.

Finalmente saqué la ropa una vez todo el jabón se había diluido, y lo enjuagué con un poco de agua limpia. Lo tendí junto a la ropa que estaba ahí.

Observé en silencio a la joven ocuparse de mi ropa. Seguía sin entender muy bien por qué se preocupaba por mi. Pero extrañamente era agradable. Suspiré y me metí la mano en el bolsillo donde había guardado la cajetilla de tabaco. Saqué uno y me lo llevé a la boca encendiéndolo. Volví a mirar el cielo y expulsé el humo.

-¿Tienes cigarrillos infinitos o qué?- le pregunté acercándome a él mientras me ponía el pelo detrás de la oreja, ya que se me ponía por delante por culpa de la brisa. Le tendí la mano para ayudarle a levantarse. -¿Te curo eso y dormimos?

Expulsé el humo mientras formulaba su pregunta. -No, por desgracia. -comenté.

Miré su mano y luego a ella cuando me la tendió. La sujeté y me levanté sin dejar de mirarla.

-Vamos dentro antes de que pilles una pulmonía.

-Habló el que va sin camiseta- reí y eché a caminar lentamente para ir a su lado -¿Necesitas ayuda para andar?- le pregunté cerca de él, haciendo el gesto con las manos de ir a sujetarlo. Estaba bastante magullado y no sabía hasta que punto iba a estar herido.