La Isla Imperial.

Muchos se han aventurado en dicha isla y nunca nadie ha vuelto, jamas. Un adinerado mercader, busca los tesoros que las leyendas dicen que esa isla guarda. Dicha leyenda, dice que al haber tesoro, hay un ser que lo guarda, pero nadie sabe que es dicho guardián o si en realidad existe. Demasiados rumores y misterios rodean dicha isla, pero algo si ha quedado claro, ningún aventurero ha vuelto de ella.



El mercader, llamado Idrongur, os ha recompensará no por conseguir y entregarle los tesoros, sino por hacer veraz los mitos de que dicho tesoro existe. Partiréis desde el campamento que su pequeño grupo militar ha arrebatado a los cultores del dios Ourga y tomado en las Tierras Yermas. En la costa oeste, os esperará vuestra embarcación mas dos acompañantes, de estos, no sabéis demasiado, solo que se rumorea que no será la primera vez que pisan dicha isla. ¿Pero cómo? Las habladurías dicen que nadie ha vuelto de allí jamas. De ellos sabéis que son dos humanos, uno de ellos un sacerdote, serán vuestros guías y compañeros en dicha aventura.

Vuestro objetivo está claro. Partiréis desde el campamento de las tierras Yermas hacia la costa en donde os espera vuestra embarcación para llevaros a la Isla Imperial. Una vez allí, debéis explorarla y como mínimo, ver que sus tesoros son reales. Una vez cumplido dicho objetivo, podréis volver para cobrar vuestra justa recompensa.


Mapa.



OCC: Vuestros personajes comienzan en el campamento del grupo militar de Idrongur. Tiendas de campaña, alguna hoguera y soldados con armaduras ligeras y armamento normal. El paisaje es desértico, pero no árido. La tierra es oscura y los arboles están podridos, parece que la vida hace mucho que abandonó la zona. Debéis dirigiros fuera del campamento, allí os espera el capitán del contingente para daros instrucciones. Nota: No pertenecéis al grupo militar.

Recuento de jugadores.

Plazas ocupadas: 3 Plazas libres: 1

Ficha de personaje.

Nombre: Whilaet Brem

Raza: Humano: F5, D5, P5, C5, V5.

Equipo:
Ballesta: +1 al valor de Fuerza en combate
Mandoble: +2 al valor de Fuerza en combate
Profesión: Paladín: F+2, D+1 P +1, C-1.

Gaabel, dios de las armas: el personaje debe mantener su arma siempre limpia y en las mejores condiciones posibles, y debe estar al alcance de su mano.

Stats totales: F7 D6 P6 C5 V5

Ficha de personaje.



Nombre: Isaac

Edad: 28.

Sexo: Masculino.

Raza: Hada.

Clase: Mago.

Stats: F1 D4 P1 C7 V10

Objetos: Runa tatuada, animal.

Panteón: Luminoso - Minuazora - Ailuir.

Habilidades: Ailuir es amo, sanación y habitación.

Escuela de magia: Sombra & nigromancia.

Hechizos: Colchón de aire, convicción oscura, acompañante, escudo muerto y levantar caballero.

Recordad que debéis crearos una cuenta con el nombre de vuestro personaje para poder empezar con el rol.

Ficha de personaje.

Spoiler:

Nombre: Averyn Vientobruma.

Edad: Joven.

Raza: Hada.

Profesión: Vagamunda.

Stats: F3, D7, P4, C5, V7.

Objetos: Runa tatuada, amuleto mágico.

Panteón: Luminoso. Minuazora, diosa de la tierra.

Habilidades: Ración, recuperación, Voz de Suruno Luo.

Escuela de magia: Ilusionismo.

Hechizos: Palabras del rey, Espejo. Ojos de fé.

Salí de la pequeña tienda de campaña en la que había estado, no pude evitar deslizar la mano por el suelo al salir, un suelo oscuro y sin vida. Cogí unos granos de la arena y dejé que se deslizaran por mi mano hasta volver a caer al suelo.
Tenía entendido que partiriamos hoy hacia la isla que debiamos inspeccionar, miré a mi alrededor, buscando algún indicio de ello.
Me pasé la mano por el pelo mientras miraba a mi alrededor y bostezaba.

Seguía sentado en la roca... junto a la tienda del comerciante. En mi espalda colgaba mi ballesta y mi carcaj. Susurraba viejos cánticos a mi Dios Gaabel, le hablaba de su fiel paladín, le hablaba de mis armas y de mi misión, pedia consejo sobre los aspectos más conocidos para mi... La guerra.
Alcé la mirada para clavarla en mi espada, relucía, era lo normal para ella, pude sonreir, esperaba que llagase la hora de partir. una pequeña bolsa con algunos viveres se sustentaba a mis pies... poca cosa, algo menos de lo básico.

Caminaba por el campamento, abstraída. Observaba todo cuanto me rodeaba, fijándome en las acciones cotidianas de soldados, también cotidianos que poblaban el recinto. Suspiré, paseando mi vista por el lugar. Mis ojos repararon en aquel momento en las espaldas de un hombre que ,sentado sobre una roca, cantaba. Sonreí, atenta a la letra del cántico.

En mi cabeza, cualquier momento era bueno para agradecer al dios de la Guerra la fortuna con la que hasta el momento me premiaba. Sentí un pequeño escalofrio en mi espalda, mi nuca se erizo y busque lentamente observando mi alrededor no veia peligro, entonces reparé en ella... Giré mi cabeza e incline la misma en una leve reverencia.

Ladeé la cabeza, mirando al humano fíjamente. Sonreí ante la reverencia, a modo de saludo y erguí la cabeza de nuevo, dando un par de pasos hacia el desconocido.

Tenia una sonrisa bonita, pero había visto antes bonitas sonrisas asesinar y destruir, qué no bajé la guardia, Esperé a que estuviese a no más de dos metros para alzar mi voz - Saludos dije ahora escudriñando su aspecto, no habia que presuponer nada de su aspecto. mi lady, levantándome para realizar ahora la reverencia completa.

-Saludos -respondí, de manera cortante, sin devolver la reverencia. Le observé. Sus ropajes, fabricados con cuero, le conferían un aspecto desprotegido. Tras pasear mi vista por toda su longitud, le dediqué una sonrisa cálida, que contrastaba con la frialdad de mis ojos azul mar -Me detuve al escucharos cantar. Confío en no haber transgredido vuestra intimidad.

Tanta altaneria me era familiar.... muchas veces habia aguantado las impertinencias de hijas de nobles, de sus esposas incluso de sus menores, sonreí con la mejor de mis sonrisas y me volcí a sentar.... - Oraba a mi Dios, dije tranquilo . Dios de la querra, le daba gracias por las armas y por mantener mi vida en la tierra.-
Volví a sonreir y pregunté - ¿Qué haceis vos en un lugar como este?

La actividad comienza en el campamento, es como si los mercenarios ya estuviesen deseando recogerlo todo e irse. Inquietos, el paraje los asustaba, esta tierra es famosa por la presencia de cultores y fanáticos de Ourga. La leyenda dice que una gran batalla entre adeptos del panteón oscuro, tiñó de tal forma el suelo sangre, que nada volvió a crecer en estas tierras.

Dos soldados pasan junto a vosotros, cargan una caja de manzanas que llevaran seguramente a un lugar donde las puedan conservar mejor. Ataviados con armaduras ligeras de cuero con remaches metálicos y armados con arco y carcaj, no es que se parezcan demasiado a los soldados de élite de la guardia real.

Ambos caminan rápido, arrugando el ceño, parece que la caja pesa. -El capitán os espera fuera. -Consigue decir uno, mientras da una cabezada hacia la salida oeste del campamento.

Comencé a pasear por el campamento, todos empezaban a moverse y poco a poco se veía más actividad. Interrumpí mi caminar cuando observé a una mujer, una hada, quizás en otras condiciones lo hubiera pasado por alto, pero ya había estado rodeado de humanos y armaduras de cuero suficiente tiempo como para no fijarme en alguien distinto, alguien más como yo.
Me acerqué con parsimonia hacia ella, aunque justo cuando estaba lo suficientemente cerca se pudo oir la voz de uno de los mercenarios, supongo que tambíén me estaba citando a mi.
-Buenas. -saludé. -Buenas. -volví a saludar, girándome ahora hacia el humano con el que parecía conversar. -¿Qué les parece si nos ponemos en marcha? -pregunté llevándome una mano a la nuca.

Me disponía a responder al humano cuando, una voz sonó en nuestras proximidades. Busqué con la mirada, hasta dar con lo que parecía ser uno de mis semejantes. Sorprendida, enarqué una ceja, observándole.

Hice un gesto con la mano que tenía posada en la nuca, a modo de saludo hacia la chica. Observé su ceja alzada, no sabía si se alegraba o no de ver a alguien de su especie, sin embargo, si podía saber que no se lo esperaba. Lo cierto es que yo tampoco.
-¿Tan sorprendida como yo? -comenté, mirándola y apartando la mirada de vez en cuando. -Cre-creo que nos llaman. -insistí tras dejar pasar unos segundos, sin saber si empezar a andar, no parecían muy dispuestos a seguirme, asique esperé a que alguien diera un primer paso, mirando alternativamente al hada y al mercenario.

-Hace mucho tiempo que no trato con un semejante -dije, con un tono hierático que posteriormente adorné con una cálida sonrisa. Sin más, comencé a caminar; dando por supuesto que los demás me seguirían.

Miré a los soldados escuchando sus voces, acababan de llegar y hasta el más insignificante saludo parecía una orden, que se creian... se refirieron a los dos, chica incluida...
Comprendí que ella tambien habría sido contratada ¿porqué una guapa chica, de piel delicada y de bonitos ojos, se uniría a los soldados?

Me acerqué a ella tomando mi espada en la mano izquierda odrecí mi brazo al antiguo modo celta (se estrechaban el antebrazo) bajé mi cabeza y dije Whilaet, Whilaet Brem Paladín de Gaaber su siervo servidor, respirçe mirandola a los ojos, y ahora ademas suyo milady

Me detuve, observando al humano durante unos segundos. Posteriormente esbocé de nuevo una sonrisa cálida -Averyn Vientobruma -dije, haciendo una imperceptible reverencia con la cabeza. Instantes después observé su brazo. Tras mirar al humano y a su brazo intermitentemente sin saber bien cómo proceder, lo estreché; algo patosa, intuyendo el movimiento. Seguidamente dediqué otra sonrisa al otro compañero -Creo que tendremos tiempo para las aclaraciones durante el camino.

Cuatro soldados pasaron junto al grupo, tenían pinta de ser un grupo de patrulla, iban hablando. -¿Un nigromante con un sacerdote de Minuazora? -Preguntó uno de ellos. -No me fastidies. Son como agua y aceite. -El grupo se alejó poco a poco hasta salir del campamento. El capitán continua esperando fuera.

Escuché el cometario de los soldados... no me hacía mucha gracia, los nigromantes nunca fueron santos de mi devoción, una vez.... comencé a recordar volví rápidamente a la chica, - Averyn, dónde está ese capitan... lo sabes? miré al otro hombre que había cerca de nosotros, sin duda el tambien pertenecia a lo que fuera que perteneciamos.... esperaba que alguno de los dos dijese dónde ir, e iriamos...

No sabía muy bien como tomarme su respuesta, aunque su sonrisa me dió a entender que no era nada grave. -Sí, supongo que habrá tiempo.
-Pa-parecieron señalan hacia allí. -me apresuré a responder al humano.- Será mejor que nos demos prisa.
Mis alas aletearon unos segundos y de un saltito volé ligeramente hasta ponerme a la altura de los demás, tocando de nuevo el suelo.
¿Un nigromante? Me gustaría conocer uno, en realidad, me gustaría volver a tener un maestro, en lugar de ir dando palos de ciego.

Alcé mi mano al percibir al completo hombrecillo con alas... escuche su voz, pero no ví de dónde salía.... hablaba de conocer a un Nigromante, o de que le gustaria.... una vez más el frio recorrió mis huesos, esperé uno instantes hasta ver que hacían los nuevos conocidos y quedé en espera esos momentos..

Escuché el tartamudeo de mi compañero, seguido de una frase que me resultó ininteligible, más pude reparar en la dirección que marcaba su dedo. -Démonos prisa, pues. -sentencié, comenzando a caminar ante ellos, con la esperanza de que me siguiesen de una vez por todas. Mientras caminaba, enarqué una ceja, preguntándome por qué diantres todo el mundo parecía tan indeciso en aquel lugar.