Agua potable

Habían pasado dos días desde lo ocurrido en el hospital. No le había contado a nadie que había vuelto a ver a Muerte. Ni a Vi, ni a Jacques, y mucho menos a los demás. Pam estaba preocupada por mí. Apenas había salido de la habitación y las pesadillas de la gente que había matado se sumaban a los encuentros con la Parca. En una ocasión Ben me sorprendió por detrás y mi reacción fue darle un codazo en la nariz. Jacques tuvo que tratarle y curarle, pero no llegó a más, por suerte. Además, mi mano ya estaba casi en perfecto estado, así que no pude retrasar más una nueva salida.

Esa mañana dejamos a Vi dormir y cogimos el coche rumbo a la central hidráulica, que estaba cerca del río en la falda de una montaña. Me puse el chaleco bajo la ropa, me hice una coleta y me puse el casco. Cogí mi mochila, mi kit de herramientas y las armas, y salimos del refugio.

Caminé fuera del refugio mientras me echaba la mochila a la espalda. Abrí la parte de atrás del coche y la lancé dentro, cerrando la puerta.

Entré al coche por la puerta del copiloto y me senté colocando el fusil entre mis piernas y bajando la ventanilla. Saqué un cigarro y me lo encendí, dando una calada.

Conduje en silencio un buen rato por la carretera. Tenía que ir despacio al ser caminos con curvas muy cerradas, pero eran incluso más seguros que las carreteras que rodeaban la ciudad, por no contar las calles de dentro. Era menos probable que encontráramos sorpresas por ahí.

-He vuelto a ver a Muerte- dije, sin más. Me estaba comiendo por dentro, y sentí que me quitaba una losa de hormigón de encima.

Observaba por la ventana el paisaje pasar. Era extraño lo tranquilos que eran los viajes en coche en esos momentos y las calamidades que encontrabas una vez salias de él.

Giré la cabeza hacia ella con el cigarro en la boca. Lo sujeté y aparté lentamente.

-¿En el refugio? -pregunté.

-... Sí...- murmuré- La misma noche del día que fuimos al hospital. Estaba... cocinando, joder.

Alcé las cejas lentamente y devolví la mirada al frente dando otra calada al cigarro.

-Puede que intente volverte loca. Y poco a poco lo está consiguiendo. -respondí.

-Pues se le está dando bien, sí- respondí. Fruncí el ceño, pensativa y mirando al frente-. He comido con la Muerte.

Necesitaba un punto de cordura. Algo a lo que agarrarme. Necesitaba estar más pendiente de mi sobrino, o algo así.

Giré la cabeza y la miré hablar.

-No te conviertas tú en su comida. -respondí. Sujeté su muslo y le di dos apretones suaves. Era lo más amistoso que sabía ser proponiéndomelo.

Sonreí de lado.

-Lo intentaré.

Llegamos a la planta al cabo un rato. Dejé el Toyota en la entrada y cogí la mochila del maletero cuando bajé. Sujeté bien el MP5, con las dos manos y eché a andar mirando a mi alrededor.

Salí del coche y cogí mi mochila de la parte trasera. Me colgué el rifle con la correa y tiré de la corredera mirando a mi alrededor. Seguidamente eché a andar detrás de Indhina.

-Supongo que no habéis asegurado este sitio, ¿no?

-No habíamos llegado nunca tan lejos de la casa- respondí-. Si vemos algo a lo que no nos podamos enfrentar, salimos de aquí. Me da igual lavarme como los gatos.

Me ajusté la culata al hombro y me coloqué a un lado de la mujer, andando con el rifle bajo pero preparado para alzarlo.

Llegamos a la puerta de la planta, la mitad superior era de cristal. No se veía nada alarmante ni de interés dentro. Habían alguna que otras manchas de sangre, pero pocas. Miré a la mujer cuando nos acercamos a la puerta.

Miré a Jacques un instante y luego empujé una hoja de la puerta con un hombro. Estaba abierta. Esperé a que el médico entrara y volví a cerrarla lentamente, para no hacer ruido. Avancé con las rodillas ligeramente dobladas y el arma en alto, apuntando hacia donde miraba. La luz que se filtraba por los ventanales tejía un entramado de luces y sombras en el suelo.

-El panel central estará arriba- dije en voz baja.

Asentí ante las palabras de la mujer y encendí la linterna del rifle. Me adelanté unos pasos iluminando a mi alrededor mientras apuntaba. El haz de luz de mi linterna alumbró la señal de las escaleras. Miré atrás y di un cabeceo.

La puerta a las escaleras estaba entre abierta y no se veía nada al otro lado. Debía estar a oscuras.

Yo no podía llevar la linterna y el subfusil al mismo tiempo, y ahí dentro parecía estar bastante oscuro, así que Jacques pasó delante y yo le seguí de cerca.

Pasé por la puerta. Las escaleras iban tan bien hacia abajo. Hacia algún tipo de sótano. Apunté hacia arriba por el hueco de las escaleras y luego comencé a subir a paso lento. Había oscuridad total, solo se escuchaban nuestros pasos, la ropa rozándose entre si y las respiraciones.

Me pegué a la pared mientras subía. Tenía los ojos muy abiertos, y esperaba que se me acostumbraran rápido a la oscuridad. Deseé ser religiosa para que me reconfortara pensar en que Dios me protegía, pero yo no era mi madre, y después de conocer a la Muerte, ya me daba igual lo que existiera y lo que no.

Me detuve y alcé el puño para indicarle a Indhina que también lo hiciera. Me mantuve quieto unos segundos. No era eco o mi imaginación, había estado escuchando tres pares de pasos. Me asomé por el hueco de la escalera y apunté hacia abajo, iluminando la zona.

El tenor entrecerró los ojos al recibir el haz de luz en plena cara. Me miró y abrió la boca con fuerza, la barbilla le llegó a la altura del pecho. Emitió un fuerte chillido y seguido de él llegaron otros chillidos más desde más abajo mientras los sonidos de pasos se multiplicaban.

-Joder. -gruñí descargando una ráfaga sobre el ser. La estancia se iluminó varias veces y el tenor impactó contra la pared a fotogramas. El resto de su grupo pasó por su lado subiendo a gran velocidad.

-¡Corre, corre!

Contuve la respiración al oír lo que había por el hueco de las escaleras, y eché a correr escaleras arriba cuando Jacques gritó. Subí los escalones de dos en dos, y busqué con los ojos algo de luz que se filtrara por el cristal de alguna puerta. Si nos quedábamos en ese agujero, nos atraparían y nos matarían. En la primera planta a la que llegamos, la puerta estaba cerrada, fue en la segunda done había una abierta.

- ¡Por aquí!- empujé la puerta de hierro con el hombro y le apremié para que pasara- ¡Hay que bloquearla!- grité intentando pasar el pestillo, pero con tanto óxido costaba moverlo.

Saqué una llave inglesa del kit e hice palanca.

Corrí escaleras arriba. El pánico y la adrenalina me hizo tropezar en algún que otro escalón obligándome a apoyar las manos en el suelo para seguir corriendo.

Cuando llegué a la puerta y la cerramos apreté mi espalda contra ella todo lo que pude. Los seres golpearon la misma y por un segundo se abrió unos centímetros. Gruñí y empujé con todas mis fuerzas volviendo a cerrarla.

-¡Date prisa!

-Lo intento...- gruñí con los dientes apretados mientras tiraba.


Fuerza +5

El miembro 'Indhira' ha efectuado la acción siguiente: Dados lanzados:

'd10' : 8, 9, 5

Cuando el cerrojo cedió y la puerta quedó cerrada me separé sin darle la espalda apuntando a ella. Los infectados la golpeaban con fiereza.

Miré a Indhina. -Encontremos el panel de control y salgamos de aquí.

Retrocedí cuando el cerrojo cedió por fin y di un salto hacia atrás con el golpe. Tenía el corazón en la garganta. Me guardé la llave inglesa mientras asentía y volví a sujetar el arma con las dos manos. Eché a andar delante esta vez, alerta a lo que pudiéramos encontrar.

-Desde abajo se veía una cabina grande. Tiene que ser ahí- le dije.

Asentí y eché a andar a paso rápido, casi corriendo. Era una zona de oficinas, casi todas las paredes eran de cristal.

Avancé a paso rápido por los pasillos en busca de la sala de control. Quería largarme cuanto antes de allí. La puerta no iba a resistir eternamente y una vez entraran nos trocearían en cuestión de segundos.