Heridas de bala.

Abrí los ojos lentamente mientras fruncía el ceño. Gruñí con suavidad, notaba la presión de las vendas y el ardor de las heridas despues de que me sacaran las balas. Notaba la mullida cáma de Indhira en mi espalda, estaba cómodo, eso si. Moví suavemente el brazo, lentamente y luego hice lo mismo con el pié por asegurarme de que no tenía daños en la columna, por suerte, no.

Veía todo casi difuminado y poco a poco, forzando la vista, se fue aclarando.

No sabía cuántos paquetes de tabaco me había fumado ya en esas horas, a parte de hacer un agujero en suelo de ir arriba y abajo. Tal vez fuera uno, tal vez dos. Lo que sí estaba claro era que el baño parecía un submarino, a pesar de tener la ventana abierta. Apagué la colilla y volví a salir. El estómago se me contrajo cuando vi que había abierto los ojos y me acerqué a toda prisa dando varias zancadas grandes. Me senté en la cama con cuidado, y acaricié su frente.

-Jacques- le llamé. Parecía no enfocar la visión- ¿Puedes oírme?

Fruncí un poco más el ceño y ladeé la cabeza ligeramente cuando noté la mano, volví a gruñir y finalmente visualicé la cara de Indhira.

-¿Hemos ganado? -pregunté con un hilo de voz. Me sentía bastante aletargado.

Solté un suspiro y apoyé la frente con la suya, cerrando los ojos. Respiré hondo varias veces antes de contestar.

-Sí...- murmuré, y abrí los ojos- No vuelvas a hacerte el héroe.

-Lo tuve todo controlado desde el principio. -musité con una voz algo ronca. Apoyé los codos en la cama e intenté incorporarme sin exito. Emití un gruñido algo fuerte y suspiré, solo quería apoyarme en el cabezal de la cama.

Le ayudé a moverse, y puse un cojín más debajo de él.

-Sí, tan controlado que he tenido que pelear con Muerte por ti- murmuré. Aún me temblaban las manos. Me pasé una por la cara y el pelo.

Me llevé instintivamente una mano al pecho cuando me ayudó a adoptar una posición más cómoda, pero no llevaba el chaleco. -¿Tienes un cigarro? -pregunté mirándola.

-Me he fundido hasta el último mientras te debatías entre la vida y la muerte- dramaticé, aunque no por ello era menos verdad-. ¿No eras tú el médico? Vas a tener tres cicatrices nuevas.

Suspiré alzando la mirada y emitiendo un suave gruñido. -No me dramatices tanto. -murmuré.

Me pasé una mano por la cara intentando despejarme y alcé el brazo derecho, por suerte en él tenía total movilidad sin dolor. -Mirá, no está todo perdido, puedo hacerme pajas cuando me aburra.

Me pasé los dedos por los ojos y me reí con su último comentario. Me temblaron los hombros al reírme en silencio.

- ¿Cómo te encuentras? A parte de con ganas de hacerte una paja.

Sonreí cuando la ví reir. Estiré la mano derecha y le di un suave apretón en el muslo.

-De peores he salido, estoy bien.

Se me humedecieron los ojos intentando sonreír, y bajé la vista, sorbiendo por la nariz.

-Hemos perdido a siete de los nuestros- le dije-. Siete muertos más.

Apreté su muslo con algo más de fuerza y lo agité con suavidad, mirándola.

-Eh. -musité para que me mirara. -No es culpa tuya. Hay bajas en todos los combates, lo sabes mejor que nadie. Tarde o temprano pasaría esto, era de esperar. No es cuestión de que hayan muerto siete, es cuestión de que deberíamos haber muerto todos y seguimos aquí. Tranquila. -finalicé casi sin aire por el esfuerzo de hablar tanto.

Me limpié la nariz con un dedo. Eran civiles, no soldados, y eso era lo que más me costaba asimilar.

-Ya -murmuré, y me levanté para ir al baño. Cogí la cajetilla de tabaco más vacía que llena y saqué dos cigarrillos. Salí, y le tendí uno-. Toma, héroe. Llámame mentirosa.

La observé irse y volver. Sonreí cuando me tendió el cigarro y lo tomé, llevándomelo a la boca. -Mentirosa. -murmuré.

Me lo encendí cuando me tendió el mechero y di una suave calada. Expulsé el humo con suavidad y suspiré de forma placentera. -Joder, que bien sienta.

-Sí, ¿eh?

Volví a sentarme con cuidado para que no se moviera. A mí aún me tiraban los puntos del costado, pero estaba bastante mejor. Me encendí el cigarrillo y me guardé el mechero dando una profunda calada mirando a ninguna parte.

Di una nueva calada al cigarro y la miré, expulsando el humo con suavidad.

-Eh, nada de quedarse en babia pensando en muertes. -le dije al ver su mirada. -Que me levanto y te meto.

Le eché una mirada de reojo de esas que matan, y luego le dediqué un gesto obsceno con el dedo corazón mientras le daba una calada al cigarro. Solté el humo por la nariz y giré sobre mí para recostarme en la cama a su lado.

-Pues no me des esos sustos- gruñí.

La rodeé con el brazo cuando se recostó a mi lado.

-Tú habrías hecho lo mismo. -murmuré. Me incliné y besé su frente. -Ha salido bien, es lo que cuenta.

Un gruñido fue mi respuesta, ya que sabía que tenía razón. Aunque mis tiempos de suicida habían pasado hacía unos años. Ladeé la cabeza y la apoyé en su hombro sin dejar el peso, cerrando los ojos, aspirando su olor. Suspiré y volví a levantar la cabeza para darle una calada al cigarrillo.

-Tenemos a los dos que se han rendido. Están atados en el sótano.

-Deberiais llevarlos a donde sea que tengais el cuartel general. Ya los juzgaran ellos. No creo que necesitemos más muertes. -respondí.

Suspiré y ladeé la cabeza hasta apoyarla sobre la suya. -Ya ha habido demasiada sangre hoy.

-No se lo merecen. Pero sí, supongo que sí. La nueva casi los encañona. Viper- dije, recordando el nombre-, dijo que la llamáramos Viper- hice una pausa para dar una calada-. Viper quería cargárselos, y a mí también me ha costado no hacerlo.

Asentí. -Normal que quisiera, con todo el derecho del mundo. -suspiré.

-Pero no creo que convertirnos en ellos sea la solución para todo. -me moví un poco acomodando la postura y acercándola más a mi. -Si acabo en la cama con una mujer como tú cuando me disparen voy a tener que dejar que lo hagan más a menudo, ¿eh? -bromeé.

-Ja, ja, graciosillo- gruñí-. Si vas a acabar en mi cama, prefiero no haber tenido que sacarte una bala antes.

Me había costado horas sacarlas todas, sudando la gota gorda.

-Bueno, bueno, que tampoco es para tanto sacar una bala. Ya decía yo que me dolía más de la cuenta. Menuda chapuza habrás hecho. ¿Me falta algún órgano o no me sacaste ninguno? -continué bromeando con una sonrisa.